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Chile continúa viviendo jornadas de protestas multitudinarias en sus calles en rechazo a las políticas neoliberales del gobierno de Sebastián Piñeira.
Durante la jornada del lunes, luego de la marcha del viernes donde se congregaron más de dos millones de personas y de las denuncias por violaciones a los derechos humanos, arribó una delegación de la Organización de las Naciones Unidas al país vecino. El equipo de expertos busca analizar posibles casos de violación de los derechos humanos, muchos de los cuales ya tienen querellas judiciales interpuestas contra varios agentes de seguridad.
Lejos de avizorar tiempos de calma, el pueblo chileno continúa ocupando las calles y decidido a no dar marcha atrás. Desde la Nota conversamos con Leonardo Jofré, militante y abogado quien vive en la comuna Renca, Santiago de Chile.
¿Cómo estás viviendo estos días? ¿Estas participando de las movilizaciones?
Sí, en todas y cada una en medida de las posibilidades. Desde espacios locales (como mi comuna, Renca), como en espacio de activación de militancia (Frente de Diversidades y Disidencias Sexuales y de Géneros, del partido en formación Convergencia Social). La reflexión popular y colectiva nos ha llevado a la protesta todos los días. Cada uno de los días de toque de queda, protestábamos en la calle, y al filo del mismo, nos devolvíamos a nuestras poblaciones. Allí, desde la seguridad de nuestros espacios (es vital el autocuidado en una situación de militarización extrema), junto a vecinos y vecinas, continuaba la lucha y reclamo popular. Nunca había vivido una situación de tanta desobediencia civil. Prácticamente la gente esperaba el toque de queda para salir a “cacerolear” y protestar. Mucha rebeldía desde la rabia.
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¿Cuáles son los principales reclamos? ¿Podes explicar la consigna “No son 30 pesos son 30 años?
Este proceso de protesta popular comenzó con el alza de pasaje del metro de Santiago, con 30 pesos más en horarios punta (la tarifa es diferenciada según el horario). Frente a ello, el Ministro de Economía señaló que recomendaba a la gente “levantarse más temprano” para ahorrar dinero. El estudiantado secundario reaccionó llamando a evasiones masivas. Hubo burlas y rechazo desde el gobierno y sectores de la vieja Concertación (centro-izquierda, quienes gobernaron mayoritariamente post caída de Pinochet). Eso comenzó el estallido social, pero la gente reaccionó bajo ese lema: no eran los 30 pesos del pasaje, eran 30 años de abusos, precarización, crisis. 30 años de la implementación de un modelo neoliberal en dictadura, administrado por la Concertación y la Derecha.
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¿Qué esperan que suceda en los próximos días?
Las medidas que anunció Piñera fueron insuficientes y sólo implementaron más rechazo popular. Así, el viernes vivimos la marcha más grande de la historia de Chile: según medios internacionales, hasta 2 millones de personas en Santiago. Fue increíble. Apenas nos podíamos mover gracias al mar de gente que inundaba la capital. Acá el gobierno apuesta por la normalización impuesta: nos hacen creer que todo está bien, que “ya escucharon”. Pero eso no pasará. Los estudiantes volverán a clases y comenzarán las tomas de universidades y colegios. Los cabildos comunales se activan cada vez más. Hay convocadas manifestaciones para toda la semana. La gente sigue caceroleando en las calles. Y ahora se acerca la acusación constitucional a Piñera.
¿Cómo esta funcionando la libertad de expresión? ¿Crees que hay censura dentro de Chile sobre lo que está pasando?
Los medios de comunicación televisivos tienen un monopolio político de derecha. Las redes sociales han servido como mecanismo para difundir no sólo lo que no se muestra, sino un discurso distinto “al oficial”. En la calle, la represión policial es brutal, con o sin toque de queda. Así ha sido siempre, en verdad. Sólo que la gente se cansó, y ahora resiste y pasa a la ofensiva. Hay una pérdida absoluta del temor. La gente quiere protestar porque siente es su derecho, y está dispuesta a aguantar los golpes. Hemos tomado la libertad de expresión con nuestras propias manos.
¿Cómo vinculas lo que está sucediendo en Chile con lo que sucede en América Latina y la avanzada de derecha?
Creo que manifiesta que el llamado giro a la derecha de América Latina no es tal, o al menos no en la profundidad que nos querían hacer creer. Una cosa son los gobiernos electos (marcadas por la alta abstención electoral en países con y sin voto obligatorio) y otros el sentir popular. Hay una rechazo a las medidas precarizadoras neoliberales, que aunque no se denoten bajo dicho nombre, se conceptualizan desde los abusos que vivimos día a día. Esperemos que pueda ser una llama que prenda la posibilidad de la justa protesta en otros espacios. Chile siempre ha sido referido como un país dormido, salvo por la avanzada estudiantil siempre en protesta. Hoy es todo un pueblo el que reclama, en este “paraíso neoliberal”.
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¿Cómo ves la resistencia que se organizó ante la violencia estatal?
Ha sido increíble en verdad. No sólo en masividad, sino -como decía más arriba- en resistencia, pero también ofensiva. Las poblaciones han sido un escenario especial: la gente ha roto el toque de queda saliendo a las calles con ruido, música, protesta y barricadas. Ha sido un punto de encuentro entre vecinos y vecinas que se veían, saludaban, pero no hablaban. Todo el mundo comenta la situación. Es una especie de primavera popular. Pero, por supuesto, tiene su correlato terrible: los sectores marginales hemos sido los más golpeados, porque allí no llega la televisión ni el interés del Estado en respetar los DD.HH. Hemos visto casos de torturas, abusos e incluso violaciones, a mujeres y hombres gays. Todo por parte de la fuerza policial. La sociedad civil se ha organizado, a su vez, según profesiones. Hay piquetes o defensorías jurídicas, grupos de apoyo médico y primeros auxilios, iniciativas populares de comunicación, etc. Todes cumplimos un rol. Eso es lo que entrega, en el fondo, la esperanza de seguir adelante.