Esta semana, el Club de Día para Adultos Mayores que funciona en el Predio Ferial del Ingenio Cultural, realizó una actividad al aire libre que reencontró a los adultos y adultas mayores luego de meses sin verse.
Si bien el comedor que funciona allí siguió entregando viandas a los adultos que asisten, esta fue la primera actividad presencial, ya que la pandemia por coronavirus había interrumpido las actividades cotidianas que allí se realizan.
Siguiendo todos los protocolos sanitarios, la actividad fue coordinada por el Programa de Desarrollo Social en Movimiento y la Dirección de Adultos Mayores, a cargo de Nilda Roldán, y contó con la colaboración del voluntariado de la Facultad de Filosofía y Letras.
“No queríamos hacer un trabajo para ellos, sino con ellos y con los jóvenes generando un intercambio”, explicó a La Nota Néstor Ramos, uno de los profesionales del equipo y resaltó el valor intergeneracional de la actividad. “Estamos fascinados, somos un equipo bastante inquieto, y hemos tenido esta posibilidad de generar un gran intercambio de aprendizajes”.
El Club de Día muchas veces es nombrado como comedor. “No queremos que sea sólo un lugar para brindar prestación alimentaria, que es un derecho fundamental y necesario. Ellos vienen a encontrarse, y nos dicen que lo que más extrañaron es verse con otros”, relató Ramos.
“Esta movida la hicimos también para sumarnos a la campaña en contra de que la Organización Mundial de la Salud incluya a la vejez como una enfermedad. Siempre hemos bregado por una vejez activa, participativa y protagónica”, sostuvo Roldán.
La actividad consistió en pintar las mesas que utilizan. Para ello tuvieron reuniones previas entre los jóvenes que iban a asistir y los adultos mayores, quienes luego lijaron y prepararon las 12 mesas que serían intervenidas.
“Primero elegimos que objeto pintar, algo simbólico. ¿Qué es lo que significativamente podría reunir y convocar a jóvenes y adultos? Entonces eligieron el objeto mesa. La mesa, que no es solamente para comer, es para compartir, para intercambiar y encontrarse”, explicó el profesional.
En un segundo momento se juntaron a pensar qué se iba a plasmar. “Entonces ahí empezamos a indagar respecto de cuáles iban a ser esas ideas que ellos mismo querían plasmar a partir de reconstruir su propia historia. Fue un proceso muy rico”.
Por ejemplo, hay una mesa que representa al grupo de teatro de adultos mayores que se llama “Los Intocables”. En otra, Luís pintó una mesa que tiene un piano dibujado con las notas musicales. “Se llama el piano mudo”, dijo y contó que cuando Miguel Ángel Estrella estuvo preso en la dictadura militar había dibujado un piano, al que le decía “piano mudo”, para poder practicar.
Cada mesa tiene que ver con la historia personal y con la historia colectiva de los adultos que asisten al predio.
Fueron alrededor de 20 adultos y adultas mayores que ayer se reencontraron, junto a 12 voluntarios de la Facultad de Filosofía y Letras, y cinco técnicos de la Dirección de Adulto Mayor y tres técnicos del Programa de Desarrollo Social en Movimiento.