La curadora, escritora y artista visual salteña, Guadalupe Creche, realizó la curaduría de “Paisaje Vudú”, muestra de la artista bonaerense, Julieta Barderi, que inauguró este martes en Urbana, el complejo de oficinas más grande de Buenos Aires, ubicado en Vicente López.
La muestra de artes visuales, Paisaje Vudú, de Julieta Berderi, comenzó hace pocas horas y a 1.210 km de San Miguel de Tucumán, en el complejo Urbana de Vicente López (Buenos Aires). Sin embargo, la distancia física no es un argumento que impide el acceso, inmediato o no, a otros lugares en materia de arte, y más aún, cuando una de las personas involucradas mantiene vinculación con el territorio convocante.
La artista visual de Buenos Aires, Julieta Barderi, cuenta con una vasta producción abordada desde la pintura, y forma parte de las artistas que constituyen el patrimonio artístico del Museo Provincial de Bellas Artes “Timoteo Navarro” y otras colecciones, cuyas obras fueron adquiridas, a través de salones y premiaciones.
La curadora de Paisaje Vudú -que también se desempeña desde la escritura- Guadalupe Creche, reside actualmente en Buenos Aires, luego de vivir varios años en Tucumán. “Como curadora soy autónoma, lo que implica sostener más de un proyecto a la vez”, explicó Creche en diálogo para La Nota. “Además de esta muestra, estoy trabajando con la curaduría de una galería de la Escuela de Fotografía de Salta que dirige Blanca Rodríguez, donde inauguraremos el ciclo 2019, el próximo 20 de abril, con una muestra de la tucumana Alejandra Uñates, que surgió a partir de una convocatoria abierta para proyectos expositivos”, continuó.
Por otro lado, Guadalupe Creche cuenta con un proyecto de sala sótano en Tucumán, junto al artista visual, escritor y curador cafayateño, Javier Soria Vázquez, inaugurado en octubre de 2018. En este caso, son sus organizadores quienes invitan a los o las artistas a exponer.
Ambos proyectos tienen proyección anual e interpelan a Guadalupe a visitar constantemente el norte. “En Buenos Aires colaboro en Piedras Galería, y ahora, por ejemplo, estoy involucrada en la producción de la performance de Liv Schulman, que inaugura el jueves 11 de abril. Además, escribo en revistas de arte y cultura”, detalló.
Paisaje Vudú
“A Julieta Barderi la conocí en 2017, cuando hacía el programa de críticos y curadores en el Di Tella, allí fuimos compañeras. Además, no es la primera vez que trabajamos juntas, porque hace un año curé otra obra suya en el Haroldo Conti, pero en el marco de una muestra colectiva, llamada Dibujo para hablar más lento, y regida por una idea sobre dibujo argentino con un acercamiento más intuitivo entre las piezas”, continuó Creche que actualmente cursa una maestría en Historia del arte moderno y contemporáneo de la Universidad Nacional de las Artes.
“Paisaje Vudú atiende una edición del trabajo de los últimos años de Julieta, pero junto a obras nuevas que realizó, específicamente, para este fin -recordó-. La idea de armar la muestra surgió en octubre del año pasado, cuando Jorgelina Dacil, me invita a curar un proyecto en el complejo Urbana, (Vicente López, provincia de Buenos Aires). Este espacio es un lugar fuera de lo común, porque se trata del complejo de oficinas más grande de Buenos Aires y hace 8 años realizan muestras de artistas contemporáneos, tanto en los halls de los edificios como en espacios públicos de Vicente López”, relató la curadora.
“La posibilidad de trabajar en un espacio con dimensiones a las que no estamos acostumbradas, nos llevó a plantear una instalación de pinturas, esculturas y mesas de disección a la que, en su conjunto, llamamos Paisaje Vudú“, reflexionó.
Es la segunda vez que Guadalupe Creche tiene la oportunidad de trabajar como curadora en la muestra individual de una pintora, puesto que la anterior fue de Carla Grunauer. “Se trata de un camino que quiero seguir transitando”, indicó Creche.
“La inauguración de hoy coincidió con la del mural de 200 metros, realizado por Ana Clara Soler, emplazado en el exterior de Urbana, desprendiéndose de la serie Futuras cavernas. Este trabajo reúne imágenes icónicas de la historia del arte, la artesanía y el mundo contemporáneo, creando una atmósfera anacrónica y atravesada por el sincretismo”, señaló.
Paisaje Vudú
Por Guadalupe Creche
Sucede en las pinturas de Julieta que los humanos no se sitúan en el centro del ser, sino que son puro afecto. Están en y entre los seres. Existen por derecho propio sin importar si algún otro objeto o ser humano se relaciona con ellos. De esta forma es que una silla cuelga de un cuello mientras ese cuello se apoya una silla, un collar baja por las escaleras mientras esas escaleras lucen un collar, y unos guantes con manos flotan con los dedos entretejidos. Todo sucede sobre un fondo de color gris que más que negar el blanco de la tela imita por contagio el color de un papel sulfito. Como la madera descamada imita al mármol y el terciopelo azul a un remolino de brillo. Capa tras capa y cualquiera sea el material que utilice, el ambiente en el que conviven estas obras es siempre mágico, mágico, mágico.
En esta atmósfera pienso en el pneuma, esa respiración que deja al aire circular por los órganos de un cuerpo emitiendo en la exhalación un vapor visible, un hálito. Las obras conviven en esa espesura de hall a hall como respuesta a la inhalación y modo de resistencia, entre lo terrible y el miedo, con escalas rotas y en una estética anti armónica intentado algunos trucos para resguardarse. Así, huyen del fondo blanco convirtiéndolo en un fondo gris, diseccionan muebles y cuerpos sobre mesas aludiendo a una ofrenda, dejan el óleo, se acercan al acrílico, al aerosol. Se configuran en el hacer histórico de mantener la antigua, fiel e inagotable soledad de las pintoras y en el formato aún vigente de hacer muestras desde lo que se viene y hacia lo que se va. Entonces aparece el flúo, como color conector de estructuras, como línea que dibuja y contiene, como disruptor rechinante del espesor de las imágenes entre la juventud de lo escolar y la pesadilla que empieza a asumirse como una fantasía. Es su presencia rodeando a la madera matriz calada lo que desborda lo innegablemente político de las obras. Es una pausa que remarca en su encuadre el modo de hacer, la forma de vivir, el relato de cada imagen, el malestar de una pintura de clase que pinta arrastrando el pincel sobre un papel ordinario a una niña que vomita un síntoma junto a grandes telas que responden en tamaño al canon. Si un giro radical cambiara las bases que sostienen al sistema del arte me atrevo a decir que Julieta seguiría pintando.
El único alivio que precede a esta exhalación turbia no son los exvotos de muebles, ni las cariátides, ni las joyas, ni lxs niñxs. O no lo son por separado. Es la insistencia y el empecinamiento de reunir todas estas piezas en este espacio enorme y brillante, para conformar lo que no podemos controlar, el paisaje vudú: un amarre de creencias entre la pintura y el horror.
Paisaje Vudú se podrá visitar hasta el 9 de agosto de 2019.
Las fotografías fueron gentileza de las artistas y se corresponden con pinturas presentadas por Julieta Barderi en Paisaje Vudú.