Durante esta mañana se realizó una concentración frente a Casa de Gobierno para exigir justicia por el travesticidio de Alejandra “La Power” Benítez. Es la tercera movilización en menos de un mes que se realiza a raíz de las consecuencias de la violencia machista y la falta de contención del Estado ante estos crímenes.
A las 10:30 de la mañana del día lunes se juntaron familiares y amigas de Alejandra Benítez frente a la casa de gobierno. Organizaciones sociales feministas y de la diversidad acompañaron con banderas y carteles.
La Power, como le decían sus amigas, fue víctima de un brutal travesticidio en la madrugada del 5 de noviembre pasado, en Avenida Roca y Ayacucho. En apenas cinco días su familia tuvo que recurrir a la calle, exponiéndose al contagio del covid 19 y sobre todo, exponiendo el dolor a carne viva bajo el fuerte sol de Tucumán.
La falta de contención del Estado vulnera al colectivo trans de modo sistemático y las expone a la violencia más feroz noche a noche. Y más aún, en una continuidad de la violencia, arroja a las familias al dolor y desasosiego de tener que salir a la calle, de llorar y pedir justicia en un mismo acto.
Son tantas las muertes por la violencia patriarcal que ya hay una suerte de protocolo implícito entre quienes se dedican a luchas contra la violencia. El megáfono, los carteles y el punto de encuentro son prácticamente una rutina, tan naturalizada, que ayuda a seguir de pie mientras una familia entera está con el ánimo en pedazos.
En este escenario, la visibilidad parece ser la mejor herramienta de protección y de búsqueda de justicia. Naturalizamos también que las vidas de las mujeres en sí misma no importe todo lo que debería importar, y que es necesario salir a gritar, ponerle rostro, recuperar mediante imágenes esa humanidad que un asesino buscó quitar.
Alejandra Power Benitez era hija, amiga, tía y compañera de muchas personas que estaban allí. La justicia no va a traerla de vuelta, pero el Estado debería estar para dar respuesta y contención.
El dolor expuesto en los medios masivos de comunicación no se detiene, como un espectáculo macabro de visibilidad de exclusión.
“Queremos que digan el nombre del asesino, ¿por qué no dice quién es? ¿por qué no le vimos la cara como si estamos viendo el rostro de Alejandra?”, expresó a los gritos Abigail Andreo, activista trans.
“Exigimos justicia por Alejandra, exigimos al Estado que muestre su cara. ¿Por qué es el hijo de un empresario están ocultando su identidad? Hay una madre destrozada, toda una familia destrozada”, denuncia Laura Moreira, hermana Cynthia, otra joven trans tucumana asesinada en febrero del 2018, un caso que aún espera justicia.
Uno de los diarios más grandes de la provincia esbozó una falsa teoría sobre el crimen de Alejandra a pocas horas de su crimen. Más de un medio habló de “homicidio” sin dar cuenta que el travesticidio es el modo correcto de llamar a estos crímenes, y en más de un lugar se refieren en masculino cuando una mujer trans es asesinada.
Esos mismos medios se agolpan sobre los rostros de una madre pidiendo justicia, y buscan exponer hasta el más mínimo detalle del dolor más privado que todos deberíamos tener.
El derecho a llorar a nuestros seres queridos en privacidad también está siendo vulnerado, porque nadie tiene confianza alguna en las instituciones del Estado luego de un crimen de estas características.