La enfermedad que transmite el mosquito Aedes aegypti golpeó fuerte la última temporada en la provincia y en toda Latinoamérica. Se acerca el calor, y la probabilidad de un nuevo brote, crece. Un grupo de científicas, en coordinación con el SIPROSA, monitorean la ovipostura de los huevos para estar atentas ante la primera detección. Mientras tanto, prevenir e informar es la única forma de evitar la propagación de la enfermedad.
Más de 6.000 personas tuvieron dengue este año en Tucumán. Fue el peor brote en la historia de la provincia. En el país, las autoridades sanitarias notificaron más de 70.000 casos, cifra que supera los datos del 2016 y casi 9 veces el promedio de las tres últimas semanas de la temporada 2018/2019.
La enfermedad es transmitida por el mosquito Aedes aegypti. Genera dolores musculares y de articulaciones, lo que llevó a que en algunos lugares se la conozca como la enfermedad “quebrantahuesos”. Otro síntoma característico es el dolor de cabeza atrás de los ojos, así lo describen personas que la padecieron, y la fiebre alta.
- Leé también: Todos conocemos a alguien que tuvo dengue
Ya forma parte de nuestra idiosincrasia. En la escuela nos enseñan que el mosquito que la transmite tiene unas pintitas blancas en sus patas, que pone sus huevos en el agua limpia que se acumula en cualquier lado, y que la principal forma de prevención tiene que ver con dar vuelta los recipientes que están al aire libre y que puedan acumular agua.
Las calles empapeladas con carteles que dicen “Sin mosquito no hay dengue” y las campañas de descachareo y desinfección que se realizaron durante la última temporada, no evitaron la propagación de la enfermedad, y ante los primeros calores crece la preocupación.
Pero aún estamos a tiempo, ya que aún no se registraron huevos del mosquito. ¿Cómo se puede saber eso?
Entre abril y mayo de este año, un grupo de especialistas de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNT en coordinación con el Ministerio de Salud Pública de la provincia, instalaron ovitrampas, cuyo objetivo es monitorear la ovipostura de los huevos del Aedes aegypti. Del proyecto participan la jefa del Departamento de Prevención de Riesgos Ambientales, ingeniera Julieta Migliavacca, Andrea Lascano, a cargo del Control y Vigilancia de Arbovirus de la provincia, y las biólogas Giselle Rodriguez y Gabriela Quintana de la Facultad de Ciencias Naturales.
Hasta el momento, el monitoreo no ha dado indicios de que el mosquito haya comenzado su actividad. “Cuando ya está el brote, es muy difícil intervenir”, sostiene Quintana, doctora en Bilogía e investigadora del CONICET. “Lo que uno puede hacer es mitigar y hacer un plan de contención, pero no se puede hacer prevención”.
En una entrevista con La Nota, la especialista explicó que “planteamos un proyecto de sensores, que es básicamente un tipo de muestreo con ovitrampas. Lo que nos permite es poder detectar en el momento que comienza la actividad del vector”.
Las ovitrampas constituyen una de las medidas de prevención de dengue que se están desplegando en la provincia y consisten en frascos que contienen en su interior sustrato de papel. Los mismos se ubican y retiran semanalmente de los puntos escogidos, para su posterior estudio y control respecto a la presencia de huevos de mosquito pegados al papel.
Estos dispositivos están ubicados en tres zonas distintas: la primera de ellas en Horco Molle, otra se ubica en la zona noroeste y la tercera en el área sudoeste de la provincia.
Este grupo de científicas, semanalmente controla si la hembra puso huevos o no. En el período invernal, que hace más frío y seco, no se registraron presencia de huevo. “Los primeros días de abril y hasta mediados de mayo tuvimos actividad, se veían huevos. A partir de mediados de mayo en adelante, empezó a bajar la actividad y hasta el momento nuestro seguimiento es cero huevos, lo cual además ser algo bueno, es lo que se espera en esta época, porque ya el adulto desaparece, con lo cual no pone el nuevo huevo”, explicó.
El adulto en condiciones favorables en el ambiente puede llegar a vivir entre 20 y 30 días. Según varios estudios de investigación que se hicieron, la tasa de infección es bajísima en los insectos vectores, pero el problema comienza cuando hay gran circulación viral.
El brote de la última temporada fue muy importante en toda Latinoamérica. “Generalmente comienza en Brasil y empieza a bajar. En Argentina comenzó en febrero. Este fue el brote más importante en toda Latinoamérica, no solo en Argentina, y también fue el más importante en Tucumán en relación a la cantidad de casos y el más grande de la historia”.
Sobre las proyecciones para el 2020/2021
Las enfermedades transmitidas por insectos siguen ciertos ciclos. Generalmente se habla de 8 a 10 años del ciclo o de 5 a 10. Pero la realidad es que a nivel Latinoamérica, hace una década esos plazos se están acortando. No sólo que se acortan, sino que los brotes son cada vez más frecuentes y más intensos.
Tucumán tuvo el primer brote en 2009, que se inició con un caso no autóctono. Una persona que se contagió en otro lado, adquiriendo el virus. En la provincia tenemos insecto vector hace rato. Una vez que el vector está enfermo y el virus circulando, ahí se inicia el brote.
En 2016, sucedió lo mismo. El brote se inició por gente que viajó y volvió enferma, y como acá está el vector, se desencadena el ciclo de transmisión. “Lo mismo que pasó supuestamente ahora. Y digo supuestamente porque en realidad tuvimos muy pocos casos de afuera. La mayoría fueron autóctonos. Y el tema es que una enfermedad que es epidémica al principio tiende a hacerse lo que se dice endémica. Se tiende a acostumbrar al área”, explica la bióloga.
“Si no se hace nada en este período interepidémico de acciones de prevención, probablemente, si se diera un próximo brote corremos grandes riesgos de que, en realidad, como ha sido tan alta la transmisión, es probable que hayan quedado huevos infectados. Que, si bien es baja la tasa de infección en huevo, es la forma en la cual se inicia un brote endémico”, sostiene Quintana.
Como es una enfermedad cíclica, esperaríamos que no ocurra otro brote inmediatamente en el periodo siguiente, pero la realidad es que, como están dadas la circunstancia, no podemos aseverar ni bajar la guardia.
Desde el equipo que trabaja con las ovitrampas están realizando vigilancia desde abril hasta el momento. El Siprosa se comprometió a continuar con el seguimiento. “En el momento en que empecemos a detectar actividad, significa que es el momento donde hay que mitigar. Hay que hacer campañas fuertes de información, de descacharreo, de limpieza y recordarle a la gente que hay que prevenir”, sostiene.
Año tras años sucede lo mismo: pasa el brote y la gente parece olvidarse. Dejamos de prestar atención a nuestros patios. Este año, además, se suma la preocupación general de la población sobre el coronavirus. Pero el mosquito sigue creciendo por que Tucumán cumple con todas las condiciones ambientales para que se desarrolle con facilidad: calor y humedad.
El dengue no hace diferencia de clase social: se puede presentar en cualquier zona y con cualquier persona. Pero la realidad es que hay zonas que son más vulnerables, donde la gente vive en otras condiciones más extremas o, por ejemplo, zonas donde no tienen agua potable entonces no les queda otra que acumular agua para poder tener.
“Todo esto favorece a que prolifere el mosquito. Lo mismo que las zonas aledañas a canales o cursos de agua son también vulnerables, no por la presencia del agua en sí, sino porque en general en esos lugares hay basurales. Y ese es el paraíso para el insecto, porque tiene una cantidad de recipientes donde puede oviponer que es infinita. Y esas cosas son las que aumentan la probabilidad de tener un contacto de riesgo de contagio”, explica Quintana.
Dónde crece el mosquito
No se lo va a encontrar en derrames cloacales. Muchas veces la gente se preocupa en el caso del mosquito, pero el derrame de aguas cloacales trae otras patologías como parásitos y otro tipo de enfermedades que no trataremos en esta nota. En el caso del mosquito Aedes aegypti prefiere agua limpia, pero con algo de contenido orgánico.
Le gusta los recipientes que son artificiales, es decir, todo lo que genera la actividad humana. Los tamaños no son grandes recipientes, el tamaño máximo que se encuentran larvas son los tanques de agua mal tapados, o los tanques donde se acumula agua cuando no hay agua potable.
En una pileta de material es muy difícil encontrar, ya que son grandes volúmenes de agua, pero en una pileta de lona tiene las características que requiere. Además de eso, se llena un poco más de materia orgánica y es más difícil que esté clorada. En canaletas, y esas cosas que uno no suele limpiar seguido, son muy aptas para este insecto, entonces son lugares que uno tiene que revisar todo el tiempo.
Y adentro de la casa, por supuesto. En los lugares que uno no se imagina, por ejemplo, algunas heladeras tienen bandejas atrás que acumulan agua y se condensa.
La especialista concluye que “el dengue tiene que ver con el orden y la limpieza”.
En ese sentido, el rol del Estado en las campañas de descachareo, las desinfecciones y las campañas de prevención, es indispensable. Pero nunca serán suficientes cuando una parte de la población no cuente con agua potable y siga viéndose obligada a acumular para poder vivir.
Los brotes periódicos seguirán existiendo a menos que el Estado logre articular soluciones definitivas, lo que significa modificar condiciones de vida concreta de miles de personas.