Amazon Prime Video estrenó la nueva serie de Matthew Weiner, una antología con capítulos de 90 minutos de oportunos temas políticos, la decadencia burguesa y los intentos de la clase media por recoger sus migajas”. Desde La Nota te acercamos una reseña de la crítica de cine y televisión, Natalia Marcos, para El País.
Siempre es complicado vender una idea inusual. Incluso a Matthew Weiner, creador de esos iconos de la última edad dorada de la televisión que son la serie Mad Men y su protagonista, Don Draper, le costó vender a los ejecutivos de Amazon Prime Video su idea para The Romanoffs, la antología que se estrenó recientemente la plataforma de vídeo. “Pides a la gente un gran presupuesto para algo que no puedes comparar con otra cosa. En realidad, Black Mirror me fue muy útil para explicar el género, pero es una serie totalmente diferente. Sí creo que calcularon que había menos riesgo siendo yo, o que al menos tenía una oportunidad de no fastidiarla”, comenta el guionista, que en esta ocasión también es director de los ocho capítulos que componen esta ficción, en una entrevista en Londres con un grupo de medios.
La idea era sencilla: episodios independientes vinculados entre sí solo por el hecho de que algunos de sus protagonistas se creen descendientes de los Románov, la dinastía que ocupó el trono de Rusia entre 1613 y 1917. Pero su ejecución no parece tan sencilla: Weiner quería que fuera global, grabar en diferentes países (ocho), con distintos idiomas (siete), con capítulos de larga duración (entre 70 y 90 minutos) y un elenco que combina caras conocidas como Aaron Eckhart, Isabelle Huppert, Corey Stoll, Amanda Peet, Christina Hendricks o John Slattery, entre otras muchos, con intérpretes menos conocidos.
Grabación en ocho países
Una de las obsesiones de Matthew Weiner era tener tiempo suficiente para cuidar “la parte visual de la narración, que en televisión muchas veces se sacrifica porque es caro, es más caro que hablar. Pero no pienso ir a grabar a París y que no haga sentir al espectador que está en París. En Hong Kong estuvimos 10 días en total, grabamos durante cuatro días, y definitivamente no podría haberlo hecho en otro lado”. En cada país en el que rodaban, contó con personal especializado para buscar actores del lugar. “En Rumanía necesitamos muchos rusos, y allí no son bienvenidos. Fue un lugar interesante para esto”.
Amazon, que en 2016 fichó a Weiner por 70 millones de dólares, desbancando a otros seis canales que competían por sus servicios, le concedió todo, incluido un presupuesto de más de 50 millones de dólares para los ocho episodios, según Variety. Ni siquiera que la productora de Harvey Weinstein estuviese inicialmente detrás de la ficción —ahora ha desaparecido todo rastro— o las acusaciones de acoso sexual contra el propio Weiner planteadas por Kater Gordon, una de las guionistas de Mad Men, han podido con ella. Incluso se estrenará como Weiner quiere: con un capítulo cada semana (salvo la doble entrega del estreno) para dar tiempo a asimilarlos y saborearlos.
“Siempre me han fascinado los Románov. Rusia fue una parte importante de la vida en Estados Unidos en los años setenta y ochenta, casi tanto como lo es ahora. Eran tan villanos como interesantes”, cuenta Weiner. “Pero lo que de verdad me interesaba era el concepto de supervivencia junto al destino que comparten de violencia, riqueza y poder. Producen una fascinación tremenda para cualquiera que esté interesado en la identidad”, añade el productor, cuya familia por parte de madre tuvo que dejar Rusia tras la Revolución de 1917. “Pero no pertenecían a la realeza”, aclara.
Aunque los capítulos no están relacionados entre sí y, dice su creador, se pueden ver en cualquier orden, algunos elementos los vinculan, como guiños internos para los espectadores más atentos y personajes relacionados entre sí. “También quería que los títulos de crédito aparecieran cada semana para recordarte lo que tienen en común entre sí: la sangre, el concepto de refugiado, ese pasado común…”.
Pese a que la duración de los capítulos y el formato de The Romanoffs permitiría referirse a sus entregas casi como películas, Weiner, firme defensor del formato seriado y de la televisión, se resiste: “Tengo mis reparos con eso, porque yo creo que la televisión es genial; es una parte enorme de mi vida, siempre lo ha sido. Me prohibieron ver la televisión de pequeño, así que ahora no me canso de verla. La gente a veces dice ‘es como una película’ como si fuera una cosa superior. A mí no me importa el formato. Lo que puedo decir es que grabamos al estilo de una serie, hacíamos 70 páginas en tres semanas, y para eso necesitas planificarlo como televisión y trabajar a esa velocidad”. Aun así, es un tiempo muy superior a aquel del que disponen otras series: por ejemplo, Mad Men suponía siete días de trabajo por episodio. Ventajas de ser Matthew Weiner.