El Economista Sebastián Mena reflexionó sobre algunos hechos que indican el aumento de crímenes, razón por la que en la mesa de algunos argentinos, cada tanto, surge una voz clamando por la vuelta del Servicio Militar Obligatorio como solución. Algunos políticos decidieron incorporarla como propuestas de campaña. ¿Puede el servicio militar ser una herramienta para combatir el crimen?
Hechos como el asesinato a quemaropa de dos policías Tucumanos, el fusilamiento por la espalda perpetrado por Chocobar al asaltante Kukoc, y la ola de rompevidrios en los semáforos, intensificaron la sensación de crimen y violencia en las calles reabriendo así debates que, para algunos, se encontraban ya superados. En Tucumán, una de las cabezas visibles en este debate es la del ex senador nacional y actual concejal Ricardo Bussi quien en recientes declaraciones dijo “¿Y qué espera nuestra dirigencia para volver a instalar el Servicio Militar Obligatorio como manera de contener a los jóvenes que no trabajan ni estudian(…)?”
Es razonable pensar que el servicio militar es efectivo para disminuir el crimen. Después de todo enseña disciplina y valores a los jóvenes, al mismo tiempo que los aleja de las calles y el ocio. Por otro lado, también tiene sentido pensar que durante el servicio militar los jóvenes aprenden a manejar armas de fuego estimulando su lado más violento, mientras que la reclusión les inhabilita para trabajar o estudiar, ambos condimentos ideales para una carrera criminal futura. Saber cuál de los dos argumentos tiene más peso es al final de cuentas una pregunta empírica que puede ser respondida mediante la observación de la evidencia.
Desafortunadamente observar de forma rigurosa la evidencia no es tan sencillo como nos gustaría. La complejidad de un mundo en el que ocurren muchas cosas de forma simultánea, sumada a las restricciones morales que limitan nuestra capacidad de realizar experimentos sociales son las principales causas de ello. Así por ejemplo si quisiéramos observar el efecto de la Educación en el Crimen, una posible estrategia experimental sería sortear 10.000 Jóvenes, impedirles realizar estudios universitarios, y luego comparar sus niveles de criminalidad con el del resto de los jóvenes que no salieron sorteados. Lamentablemente para los científicos sociales y por suerte para los jóvenes no muchas sociedades estarían de acuerdo con avalar este tipo de estudios.
Por alguna razón muchas sociedades en diferentes épocas no consideraron que sortear a una parte de la población masculina y obligarla a recluirse para recibir entrenamiento militar fuera incorrecto, creando así un experimento natural prácticamente ideal para evaluar el efecto del Servicio Militar Obligatorio (SMO) en el comportamiento de las personas y ayudarnos a esclarecer de forma empírica esta cuestión. Uno de los estudios más serios que existen sobre la relación entre el crimen y la reclusión fue realizado recientemente por investigadores argentinos quienes evaluaron como afectó el SMO a la tasa de criminalidad de los nacidos entre 1958 y 1962. Un resumen de los resultados de este se encuentra en la imagen de abajo la cual muestra que el servicio militar en Argentina aumentó la criminalidad de los recluidos en todas las cohortes.
Tasa de criminalidad de las personas que nacieron entre 1958 y 1962. La linea de trazo que está por encima representa la tasa de criminalidad de aquellos que hicieron el Servicio Militar mientras que la linea completa que está por debajo la de aquellos que no lo hicieron. Parte del cohorte 62 a su vez sirvió en la guerra Malvinas.lo que intensificó el efecto en la criminalidad de estos*.
Estudios similares se realizaron también para Estados Unidos, Dinamarca, Australia y Suecia, entre otros, concluyendo todos que la reclusión aumenta la criminalidad (o en el mejor de los casos no la disminuye). Debido justamente a la naturaleza cuasi experimental del fenómeno del SMO este tipo de resultados constituyen una de las evidencias más sólidas que pueden encontrarse respecto a fenómenos sociales. Dada toda esta evidencia y conociendo lo que pasó en Argentina, ¿Será que entre los que proponen la vuelta del SMO estará operando el efecto “Mejor malo conocido que bueno por conocer”?Psicólogos que estudiaron la forma en que se conforma la personalidad de los adultos indican que no se trata de un cambio lento y continuo, sino más bien de saltos o hitos que la van moldeando. Aunque diferentes según tiempo y cultura, estos hitos modeladores estaban tradicionalmente relacionados con eventos tales como completar estudios universitarios, comenzar a trabajar, casarse, y tener hijos por ejemplo. El SMO en todos los países se implementó sobre jóvenes que en su mayoría no había atravesado esos momentos aún, volviéndolos así muy maleables y afectando sus decisiones futuras de educación y de profesión. Debido a estos factores los recluidos tienen mayores dificultades de insertarse en el mercado laboral percibiendo en la adultez ingresos 10% menores que el resto. A su vez, dependiendo del país que se trate, se encontró que los tipos de crímenes a los que son más propensos son crímenes contra la propiedad o crímenes violentos.
Tal vez sea momento de invertir la fórmula y arriesgarnos a probar “lo bueno por conocer antes que lo malo conocido”. Si nos animamos a ello podemos contar con la guía de abundante evidencia que muestra que disminuir la desigualdad económica, brindar mayor educación y promover la inclusión social y laboral de las personas son estrategias que conllevan a una importante reducción de la criminalidad. El crimen tiene mucho que ver con oportunidades. Oportunidades de cometer crímenes y oportunidades de hacer otra cosa antes que cometer crímenes. La polícía, las cámaras de vigilancia, o el menor número de dinero efectivo en las calles, reducen las oportunidades de cometer crímenes contra la propiedad. Si esa reducción de oportunidades no viene de la mano de una ampliación de oportunidades alternativas como el acceso a un trabajo y a los recursos necesarios para la satisfacción de una vida digna solo se estaría creando una olla a presión que eventualmente explotará, y de manera violenta.
Si bien no es fácil definir cual es el camino para disminuir el crimen en forma sostenible, aparentemente encerrar a los jóvenes y enseñarles a utilizar armas no sería el más apropiado. La evidencia proporcionada por este tipo de estudios no constituye ni verdades absolutas, ni verdades como la Ley de la Gravedad, mas sí la mejor guía que tenemos para evitar ir en la dirección incorrecta. Dirección que nos lleve al norte cuando queríamos ir al sur, o que aumente el crimen cuando lo que nos preocupaba era bajarlo.
*Fuente: Conscription and Crime: Evidence from the Argentine Draft Lottery. Sebastian Galiani; Martín A.Rossi; Ernesto Schargrodsky. American Economic Journal: Applied Economics · vol. 3, no. 2, April 2011. (pp. 119-36).
Sebastián Mena es Economista, docente de la UNT y Becario de CONICET
La imágenes son hiperfotografías de María Mines para La Nota