El documental de Sofia Rocha genera un encuentro entre dos posturas totalmente disímiles acerca de la prostitución y el trabajo sexual. Desde La Nota conversamos con ella sobre ese proceso que duró cuatro años de rodaje.
Cuando nos enteramos de esta película, con mi amiga Celina nos pusimos ansiosas por ver qué se contaba, cómo se contaba y si la obra iba a tomar una posición o la otra. El film “Salir de Puta” se estrenó en el cine Gaumont el mes pasado.
Esa función iba a ser la primera vez que se proyecte el documental en Argentina, el estreno se pospuso por la pandemia. Antes había girado por el festival de Cine de Turquía y tuvo repercusiones increíbles.
Con Celi nos alistamos, nos sentamos en la sala del monumental Gaumont y nos dispusimos a escuchar que tenía para decirnos Sofía Rocha con este documental. Queríamos enriquecer nuestro debate sobre el trabajo sexual muy en boga en nuestros círculos.
En “Salir de Puta” encontramos relatos claros, palabras sin tapujos, información histórica combinada con el contexto actual. Pero encontramos, sobre todo, las voces de las protagonistas: de las trabajadoras sexuales y aquellas, que muy por el contrario, se consideran en situación de prostitución.
Al salir del cine con Celi, nos percibíamos con más herramientas para abordar el regulacionismo o abolicionismo, las teorías feministas que están a favor y en contra de la regulación de la prostitución.
Ese despertar curioso nos hizo preguntarnos cómo había sido el proceso de trabajo. Es así que tuve el deseo de charlar con la directora.
“Cada lado se reivindica desde distintos lugares”
Rocha estuvo trabajando más de cuatro años en un intrincado proceso de investigación hasta llegar a un relato coral perfecto entre estas dos posturas que parecen ser totalmente disímiles: abolicionismo vs. regulacionismo.
Sobre la posible contrariedad de las posiciones políticas que cada una toma, Sofía reconoció que el de “Salir de Puta”, ha sido un trabajo arduo pero increíblemente interesante: “Más allá de que claramente hay dos grandes posturas, también la experiencia habla de que cada una de ellas es totalmente distinta y han llegado por motivos distintos hasta allí y también lo reivindican. Cada lado se reivindica desde distintos lugares”.
Y se nota: la industria cinematográfica está plagada de hombres que citan a otros hombres y que cuentan las historias de otros hombres. ¿Es por eso tal vez que las mujeres y disidencias nos abocamos a las representaciones más sociales? ¿Quiénes cuentan nuestras historias y desde qué lugar lo hacen? Sofía ha realizado–ella misma– un trabajo de montaje excepcional con su ópera prima: “Es un tema súper complejo y que inclusive teniendo una postura no se resuelve ahí el problema”.
Y ahí reside lo complejo y lo desafiante de contar en un mismo film posturas políticas antagónicas. Sin embargo, la documentalista pone de manifiesto que para empezar el debate, lo mejor es buscar puntos en común y visibilizar las identidades feminizadas que todos los días ponen el cuerpo: “Me parece que es un desafío. Por lo menos yo lo tomo así para nuestro movimiento: entender que hay puntos en común”
Y ahí vamos con los tres puntos en común que ha encontrado la propia Sofía. El primero es el relato sobre el prohibicionismo del trabajo sexual: “Es algo que oculta el tema que lo clandestiniza y que en definitiva vulnera mucho más a las personas que ejercen la prostitución”. El segundo punto de encuentro entre ambas posturas tiene como enemigo definitivo al de todes: “La Policía intenta recaudar y no perder el control del negocio que históricamente ha tenido; entonces ese es el enemigo principal” Y propone casi como un mantra: “Tomemos en nuestras manos ese tema, la derogación de los códigos contravencionales y la difusión de que no te puede llevar presa, ni ‘coimear”’, una situación que vemos a menudo en los noticieros de los medios hegemónicos. Como tercer y último punto en común, Sofía Rocha ha encontrad: “Reconocer que sí hay un montón de personas que están en prostitución porque no tienen otras opciones. Entonces también está bien exigir que el Estado brinde opciones laborales y educativas sobre todo para generar más herramientas, ampliar derechos y tener más oportunidades a la hora de decidir”.
Uno a uno los relatos se suceden, los cuerpos feminizados que muestra Sofía Rocha en su película parecen converger en relatos descarnados, libres y cargados de emotividad mostrando la vida tal y como la viven: las calles por las que caminan, las amigas, las militancias dentro de cada postura.
Una red de trata podría tener vínculos con el ex presidente Mauricio Macri
Un relato en medio de todo el brillo, la cuerina y la noche nos deja estupefactas: el de Margarita Meira que es madre de víctimas de trata, sobre todo porque nombra a uno de los empresarios más poderosos y nefastos de Argentina: “Margarita cuenta el caso de su hija que a raíz de emprender la búsqueda por su hija descubre que toda esta red tiene vínculos con el presidente Mauricio Macri porque les ha aportado a campañas políticas”.
La sangre se hiela, las personas a las que se ha investigado para este documental son realmente poderosas, pero Rocha reflexiona: “Sepan que hay gente que lucha contra estos tipos todos los días de su vida. Digo, nosotros (equipo de trabajo de la película) estuvimos mucho tiempo muy compenetrados con el tema, pero hay gente que lucha contra esto todos los días de su vida, porque les desaparecen a sus hijas”.
Después de ver atentantamente “Salir de Puta” y de tener bronca por la situación de vulnerabilidad en la que trabajan miles de mujeres, miedo por los relatos violentos que se cuentan, inmensa felicidad por ver a trabajadoras sexuales organizadas políticamente para ampliar derechos y sobre todo ansiedad por debatir con las compañeras después de la película, pregunté a Sofía por cómo percibe ella misma su trabajo: “Esta película no es una bajada de línea. Tiene una mirada crítica, tiene una mirada histórica y tiene una mirada económica, de género y de clase”. Además considera que “Salir de Puta” es: “Una invitación a hacernos cargo, una invitación a decir ‘Este tema, existen estas personas, existen tienen un montón de vulnerabilidades más de las que tienen por hay muchas personas. Es una invitación a hacernos cargo y pensar qué podemos hacer para beneficiarlas. Digo, ampliar derechos”.
A la absurda y tan reproducida pregunta “¿Dónde están las feministas?” les respondemos: estamos aquí, debatiendo, relacionando unas posturas frente a otras, documentando las vivencias más difíciles para nuestros cuerpos, desandando los caminos que nos ha marcado el patriarcado sobre nuestros cuerpos.
Estamos reflexionando sobre nuestro deseo, sobre qué es consentimiento, reflexionamos sobre nuestra manera de entender nuestro capital erótico y proponemos discusiones profundas para reconocernos y ampliar derechos.