23 días falta para que comiencen 64 capítulos de 90 de minutos del deporte más lindo del mundo. Gregorio Fernández escribe para La Nota
Que sólo sean 23 quienes pueden jugar un mundial resulta, acaso, cruel.
Digo, en un país donde la mayoría somos directores técnicos.
Obvio, tenemos nuestros favoritos. No siempre coinciden con los favoritos de los demás.
En ocasiones (raras, ciertamente) si.
Pero, me atrevo a señalar que casi nunca son los mismos que los del DT de la Selección.
Además, un mundial de futbol genera estas cosas.
Vas a la verdulería, y escuchás a lo lejos que alguien recuerda vagamente a Caniggia.
Donde sea, cuando sea, con quien sea, se habla del mundial.
Aprendemos a reconocer una rotura de ligamentos cruzados ante el gesto facial de un jugador.
Una victoria es un feriado nacional, por ejemplo.
Una derrota, una cadena de críticas, sinsabores, y, bueno, seguro saben de qué se trata…
Está en el aire, en la gente. Esparcido por todos lados.
64 capítulos de 90 de minutos del deporte más lindo del mundo.
Organizaremos prodes mundialistas, asados, juntadas, y, probablemente, hasta abracemos a un desconocido, unidos en un grito de gol.
Todo esto, durante un mes de futbol.
Me encanta la idea.