“Los museos deberían visitarse a sí mismos y revisitarse constantemente”

El domingo 15 de abril, el diario La Gaceta, publicó una entrevista realizada a Sara Peña de Bascary, historiadora y museóloga por vocación. Una de sus declaraciones invitaron a reflexionar sobre los roles de la gestión cultural pública en Tucumán. Desde La Nota conversamos con el abogado y gestor cultural, Juan Grande.

“Tucumán tiene poca cultura museológica. En otros lugares, el ciudadano común siente un enorme orgullo por sus museos. Te indican dónde quedan, te llevan… Pero aquí veo indiferencia, y no sé a qué atribuirlo. Vienen cuando hay una gran muestra. Pero después… Cuando yo dirigía la Casa Histórica había que organizar turnos de visita a comienzo de año. Y después dejaron de venir. La única escuela que seguía viniendo era la Sarmiento. Y, ¿sabés por qué dejaban de venir? Por el tema del seguro escolar. Creo que es un tema de estudio esto de la indiferencia de los tucumanos hacia sus museos. Vas a Córdoba, a Salta, y la realidad es otra”, expresó, días atrás, Sara Peña de Bascary, quien durante 50 años colaboró con el montaje de 10 museos en Tucumán.

Otra mirada

“El diario de mayor tirada de Tucumán publicó una entrevista (en calidad de homenaje) a una persona que se identifica como referente de la museología tucumana. En la misma se percibe un descargo, que atribuye a la comunidad tucumana, la responsabilidad de no tener cultura museológica y no valorar a las instituciones-museos sin argumentaciones sólidas”, expresó el abogado y gestor cultural Juan Grande.

“Decir que los tucumanos no valoran los museos, y que no se sabe por qué, es una enunciación muy potente. ¿Por qué la comunidad debiera valorar los museos? ¿Debieran sentir orgullo? ¿Se trata de obligación cívica? En Tucumán reina un fuerte silencio respecto a las Políticas Culturales Públicas; no se las nombra, por ejemplo, en los discursos que inician el año Legislativo. En la sociedad civil a veces se reflexiona; pero sólo a grandes rasgos, porque son como una entelequia que anda dando vueltas por ahí, como si fueran de un plano distinto a los demás asuntos del Estado. Y resulta que no, pues son igual de importantes que el resto y dan cuenta de distintos aspectos de la comunidad”, agregó.

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Arte y política pública

“Debemos entender por políticas culturales al conjunto estructurado de acciones y prácticas sociales de los organismos públicos y de otros agentes sociales y en la cultura, como el sector concreto de actividades culturales y artísticas, pero también considerándola -de manera amplia- como el universo simbólico compartido por la comunidad”, explicó Juan Grande.

“Resulta que los museos en Tucumán dependen de organismos públicos, en su mayoría, entonces, en este caso, tenemos que estudiar y reflexionar sobre las políticas culturales públicas. Tal acción es imposible hacerla sin mencionar a quien debe planificarlas y garantizarlas, es decir, el Estado, ya sea, Nacional, Provincial o Municipal. Traté de encontrar información al respecto y encontré poco: algunos informes sobre las actividades de museos referidas a períodos anuales. Lo que no encontré -y buscaba- fueron los contenidos, las perspectivas desde las cuales se aborda el trabajo de los museos; sus planes educativos, de gestión, cómo se trabaja y objetivos a largo plazo. Quería encontrar un proyecto, un programa, planificación, una política cultural a largo plazo, pero no encontré. Esta información debería ser accesible a cualquier persona, en tanto corresponden a organismos públicos”, agregó.

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Participar

“Como gestor cultural me veo comprometido a entender cómo se posicionan estas instituciones con respecto a la comunidad que contienen. Cómo se posicionan frente a los beneficiarios de sus propuestas. ¿Qué se le propone a los y las visitantes? ¿Hacen algo los museos por contenerles? ¿Se les convoca en calidad de qué? Para despejar estos interrogantes es crucial saber cuál es el modelo de participación que maneja cada museo y si tiene, o no, un programa educativo: no es lo mismo asistir a un museo donde el público se siente bienvenido, acompañado en el caso de que así lo decidiera, donde la señalética sea visible y amena, las palabras sean asequibles para los y las que asistan a la institución, dónde se propongan actividades que ayuden a comprender la propuesta y donde la y el visitante tenga un rol activo. En definitiva, es importante saber si el Museo se concibe como una institución para la comunidad, o es de la comunidad, o es la comunidad. Allí está el quid de la cuestión para mí, ¿el museo se identifica con la sociedad en la que se encuentra? ¿Las políticas culturales públicas de los museos piensan en la comunidad, piensan en el visitante, en los y las artistas, en su personal? ¿en quién piensan? ¿Cuáles son sus destinatarios y destinatarias? ¿Esperan público activo o visitantes?”, interrogó el abogado en medio de su reflexión.

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Micro pero macrocosmos a la vez

“El mundo del arte es un mundo social entre otros, un microcosmos que, tomado del macrocosmos, obedece a leyes sociales que le son propias. Un mundo en el cual hay apuestas sociales, luchas, relaciones de fuerza, capital acumulado.(…) Pero todo lo que adviene en ese campo –capital, luchas, estrategias, etc.– reviste
formas específicas, originales, que no circulan necesariamente en otros microcosmos ni en el macrocosmos social en su conjunto”, afirmó el sociólogo francés Pierre Bourdieu en su ensayo El sentido social del gusto.

Diferenciar un mingitorio de uso cotidiano de otro, que representa una obra de arte, y reconocer las connotaciones que tal acción sugiere, no estaría siendo una lectura a alcance de todos y todas en estos momentos. Menos aún conocer el significado del concepto de ready made en el campo del arte. “Las cosas en apariencia más puras, más sublimes; las cosas del arte, no son diferentes de los objetos sociales y sociológicos, pero, su “purificación” y su alejamiento del mundo cotidiano son resultado de relaciones sociales específicas que constituyen el universo donde se producen, se distribuyen, se consumen y donde se genera la creencia en su valor”, expresó Bourdieu en la misma publicación.

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Propuestas y alternativas

“Se debe correr el eje y dejar de exigirle al público algo que no le corresponde. Además de contener, de exhibir, de conservar, el museo debe trabajar para identificarse con sus potenciales. El museo debe ser un visitante, el museo debería visitarse a sí mismo y revisitarse; una vez como estudiante que va por obligación a la visita, otra como público asiduo, como el vendedor de bolsas a domicilio que pasa por la puerta e ingresa, como funcionario o funcionaria, como militante por la igualdad de género, personal de maestranza, director o directora, turista, etc. El museo debe dar la posibilidad a la comunidad de reflexionar sobre la institución en una experiencia placentera en la que pueda producir pensamiento sobre el mismo. Debe ofrecerle libertad, propuestas que escuchen lo que tienen para decir, debería resignificar el universo simbólico, construir y deconstruir su identidad, tantas veces sea posible como visitantes acudan a la institución, porque su función principal es satisfacer el interés común. En este sentido, la calidad de circunstancia o rasgo dinámico que se va construyendo y deconstruyendo minuto a minuto es una característica que no puede estar exenta en los museos, porque si no se convierten inmediatamente en edificios vetustos. Es crucial la participación y programación de actividades en las redes sociales, apps y el desarrollo de webs.  No puedo dejar de pensar en el rol del personal del museo, el cual debería capacitarse continuamente y conocer las nuevas tendencias y proyectos museológicos que abogan -desde políticas culturales públicas- la democracia cultural, donde es necesario que el museo salga a la comunidad y no se quede esperando dentro del edificio la visita de alguien, de “un otro” que no se sabe quién es”.

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“Recientemente, en un encuentro de investigación sobre artes visuales, se habló sobre el rol del museo y se llegó a identificar que en Tucumán las últimas muestras que se expusieron en los museos fueron propuestas por terceros: gestores independientes a los espacios institucionales, por lo tanto el contenido surgió de la comunidad. Insisto, creo que el museo tiene que salir del lugar de simple receptor y tiene que volverse comunidad. Hacen falta espacios en los que se reflexionen -desde la teoría y la praxis- las políticas culturales. Necesitamos abrir el campo de reflexión a ‘lo cultural'”, concluyó Juan Grande, quien se desempeña como Director Academico en Diplomatura en Gestión Cultural Tucumán, en la Universidad de San Pablo y uno de los coordinadores de El pasaje en San Miguel de Tucumán.

 

Las fotografías fueron tomadas por Rubens Mano (1960, São Paulo, Brasil), artista visual y doctor en arte de la Universidad de São Paulo.

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