Este sábado 6 de octubre se llevará a cabo en Charco Espacio Experimental la sexta edición de la Revirada Queer – Milonga Diversa, un espacio que cuestiona el tango tradicional, poniendo sobre la mesa la posibilidad de intercambiar roles.
En esta edición, que comienza a las 21hs, también habrá un taller de tango co-conducido, TransGotan, a cargo de Nair Obi y Daniela Guerrera, del Movimiento Feminista de Tango. También habrá lectura de poesía, una charla sobre feminismo en el tango, un show de baile con música en vivo y milonga.
Desde La Nota, entrevistamos a Alina Farah, quien, junto a Luciana Bollea, impulsaron esta iniciativa.
¿Cómo surgió la idea de abrir este espacio?
La idea de abrir este espacio surgió después de asistir al festival de cine feminista en marzo de este año, donde se proyectó el largometraje Tango Queerido de Liliana Furió. Ver ese documental disparó la idea de generar un espacio tanguero en el cual el cambio de roles sea la consigna para luego pensar en espacios de roles libres, donde pueda dejar de entenderse el tango desde el binarismo y esta división tan arbitraria de “el varón conduce” y la mujer “se deja conducir”.
Proponemos un espacio de tango más libre, en donde la normas y códigos del tango tradicional dejen de regir y limitar la comunicación de los cuerpos danzantes. Un espacio en el que gays, lesbianas, bisexuales, y trans puedan bailar el tango como lo sientan en un gesto de apropiación de una danza que excluye la diversidad desde su misma estructura y que de muchas maneras refleja y promueve relaciones de poder entre los sexos.
¿Qué entienden como tango queer?
Tango queer para nosotras es abrir la posibilidad, a que las personas que bailan tango elijan libremente el rol que desean ocupar. Si bien los roles, en el tango, están pensadas de manera complementaria, hay una notable desigualdad entre los roles, sobre todo si se los piensa en relación, y muy especialmente cuando cada rol se supone ligado de manera natural al sexo que lo desempeña o al cual se destina.
La principal diferencia radica en el saber. El hombre, que es el conductor, es el depositario de la mayor cantidad de información en cuanto a pasos, movimientos, y la mujer, que es la conducida, pasiva, es enseñada desde un principio a dejarse llevar, a entender que el placer por esta danza aumenta en la medida en que ella presenta menos resistencia en el baile y él mayor decisión.
En ese sentido, es importante aclarar que el tango queer no cuestiona la existencia de los roles, por que esto pertenece a la estructura primera del tango, es imposible cuestionar eso, pero si se cuestiona si fijación y su identidad con el sexo de las personas que lo bailan, como si el rol del conductor activo solo lo pudiera ejercer un varón y el rol de ser conducida, pasiva, solamente pudiera ejercerlo una mujer. Con todo el carácter simbólico que esta distribución de roles acarrean contra la carga de poder.
Y también entendiendo que el tango como baile no es solo música y movimiento, se están comunicando dos personas, están teniendo un lenguaje comunicativo en el cual fluye la sensualidad y si lo acotamos a este binomio estamos excluyendo otras formas de erotismo y de sensualidad que justamente son las que excluyen a las identidades queers y es por eso que nos parecía justa la necesidad de abrir un espacio en el cual se pueda dar este intercambio de roles y no haya una cuestión de sumisión y de poder, sino que sea una cuestión de comunicación entre cuerpos.