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El 18 de enero se cumplen 3 años del asesinato de Fernando Báez Sosa. Sandra Hoyos, docente, investigadora, e integrante del Colectivo Antirracista Identidad Marrón reflexiona entorno a las masculinidades y el racismo.
El próximo 18 de enero se cumplen 3 años del asesinato de Fernando Báez Sosa, un joven de 18 años que disfrutaba de sus vacaciones en la ciudad de Villa Gesell en la costa argentina.
Los medios publicaron la imagen de los jóvenes rugbiers que perpetuaron elcrimen y una de las últimas fotos de Fernando junto a su mamá Graciela. Allí conocimos su enorme sonrisa y que además era un pibe marrón.
A la salida de un boliche, un grupo de varones lo asesinó a golpes. Fernando no tuvo posibilidad de defenderse ni sus amigos detener la golpiza. Los asesinos se iban turnando para golpearlo y también para evitar que alguien se acerque a defenderlo.
Rápidamente el caso tomó una gran repercusión mediática: un grupo de jóvenes rugbiers de la ciudad de Zárate provincia de Buenos Aires, asesinaron a un pibe de su misma edad, filmaron, comentaron en la misma madrugada sobre el ataque en un grupo de whatsapp y posteriormente se juntaron en un local de Mcdonald’s a comer.
Al conocerse los primeros testimonios sobre la brutalidad y ensañamiento del crimen, había una palabra que se repetía varias veces en medio de los golpes: negro.
Los amigos de Fernando, primeros en declarar mencionaron que durante la golpiza los victimarios gritaron mas de una vez “negro villero” y “a ver si volves a pegar negro de mierda“, incluso un testigo sin vínculo previo con Fernando se presentó a declarar y mencionó que se referían a Fernando como “negro de mierda“.
A tres años del crimen, nuevos testimonios ratifican el carácter específicamente racista de los insultos dirigidos a Fernando.
El grupo de varones vio en el color de piel de Fernando y en él una persona que era posible inferiorizar, porque cuando sos marrón te suponen pobre, de un barrio popular o una persona migrante de países como Bolivia o Perú, donde también está presente la marronidad de la ascendencia indígena; esa que en Argentina no se nombra.
Desde esos lugares se construye la inferioridad de las personas y desde allí se sostiene la impunidad.
No olvidemos lo que le pasó a Luciano Arruga, a Magali Morales la joven que se “suicidó” en una comisaría de San Luis, a Facundo Castro, Rafael Nahuel o Marcelina Meneces.
El racismo se sostiene sobre la idea de la superioridad de razas, donde ser de piel blanca o aspirar a serlo configura una jerarquía privilegiada para el ejercicio del poder sobre aquello que considere de menor estatus o con menos derecho ciudadano por su pertenencia étnica.
La construcción de la impunidad blanca se sostiene en la noción de que hay vidas que valen más que otras.
El negro de mierda en Argentina es todo eso que no es blanco, es aquello que no se quiere ser o parecer.
Las personas marrones son los villeros, representan la pobreza, son las mamás luchonas, son el pibe chorro.
Ser negro de mierda, ser un pibe marrón, puede usarse como justificación para el ejercicio de la violencia. Eso fue lo que sucedió con Fernando.
Su asesinato fue analizado desde diferentes ángulos. Por un lado, mirando al sector al que pertenecen los victimarios, el hecho de que sean o estén cercanos a sectores sociales acomodados, mayoritariamente blancos o blanqueados, los ubica como jóvenes privilegiados.
Forman parte del mundo del rugby, un deporte asociado a grupos de élite. Se los ubica como jóvenes con ciertos beneficios en el acceso a la justicia. De hecho, durante el tiempo de encarcelamiento previo al juicio los 8 detenidos gozaron de privilegios en la cárcel, bajo la excusa de proteger su integridad.
Desde una perspectiva de género, son un grupo de pibes que responden a los mandatos de la masculinidad hegemónica, demostrando su virilidad frente a sus pares, sin romper el pacto de complicidad entre varones en el ejercicio de la violencia.
Mandatos que traducidos en cifras, según el informe sobre homicidios dolosos del Ministerio de Seguridad, durante 2021 hubo 2093 homicidios dolosos, el 85 % de las víctimas y 70 % de los victimarios son varones.
Haciendo un cálculo simple, los varones se matan entre ellos.
Este tipo de homicidios son la tercera causa de muerte en Argentina, antes se ubican las muertes por accidentes viales y los suicidios, en ambos el mayor porcentaje de las víctimas son varones.
Responder a los mandatos de la masculinidad construye varones victimarios y también víctimas.
¿Como pensar la relación entre racismo y masculinidad?
Un grupo de varones ejerce violencia física, en ese mismo accionar convalida su masculinidad frente a sus pares.
Los victimarios, en su accionar, buscan inferiorizar a su víctima. En el caso de Fernando, encuentran un factor más para legitimizarse: su pertenencia étnica que la asocian a lo no blanco, a lo no deseado. Por ser menos, merece una agresión.
Se pone un juego un mecanismo para demostrar superioridad. En un ordenamiento machista y patriarcal, el ideal a alcanzar es el de varón blanco, heterosexual, sin discapacidad y alto poder adquisitivo.
El odio racial como agravante y el antirracismo como respuesta
La sociedad espera una condena ejemplar por el asesinato de Fernando. Se está llevando adelante un juicio con numerosos testigos que dieron cuenta de la violencia ejercida y del ensañamiento e inferiorización por su color de piel.
A pesar de haberse comenzado a hablar de un crimen donde está presente el racismo, ese elemento no fue tomado en cuenta ni por la querella ni por la fiscalía, quienes podrían haber incluido como agravante el odio racial. Al parecer no estamos preparados para hablar de aquello que aún no se nombra.
En Argentina, la Ley 23.592 contra Actos Discriminatorios sancionada en 1988 prevé penas contra quienes alienten o inciten al odio por condición de raza, religión, nacionalidad o ideas políticas.
Nuestro país cuenta con una larga lista de convenciones y declaraciones internacionales que hacen referencia a la no discriminación por motivos de raza o etnia, que están incorporados en la Constitución Nacional, aunque contradictoriamente siga vigente el Art. 25 que menciona “el Estado argentino fomentará la inmigración europea”.
Tenemos un amplio marco normativo en temas de discriminación y además existe un organismo destinado elaborar políticas públicas.
La Ley 24.515 del año 1995 crea el Instituto contra la discriminación, el Racismo y la Xenofobia y tiene como objetivos elaborar políticas públicas y combatir la discriminación. En la actualidad, es un organismo que permanece intervenido desde el 2011 de forma casi ininterrumpida a excepción del gobierno macrista. Recientemente Greta Pena como nueva interventora.
Pero aún no contamos con fallos de referencia que hablen del componente racista en un crimen o cómo está presente este tipo de discriminación en el acceso a la justicia, a la educación, al trabajo, al territorio, a la salud.
¿Cómo se enfrentan estas prácticas de carácter estructural?
La violencia machista no se revierte sólo con acciones punitivas y encarcelando varones que ejercen violencias por motivos de género, es necesario que las violencias se reconozcan, que se desarme la estructura de dominación masculina, que se aprendan nuevos modos de construir relaciones igualitarias. Que manejar a alta velocidad no signifique ser macho y que gestionar las emociones también sea tema de varones.
En el caso del racismo, es imperioso nombrarlo, es sumamente importante conocer los modos de funcionamiento en el contexto argentino y como impacta en la vida de las personas.
El racismo en Argentina se reproduce por todas las personas, incluso por aquellas que no son blancas, incluso por aquellas que lo padecen.
La tarea es visibilizar y hablar sobre racismo.
El racismo es Argentina es dificil de nombrar, no se considera que el negro de mierda sea parte del racismo a pesar de que un grupo de varones se lo griten a un pibe marrón de 18 años entre golpes y en varias oportunidades, hasta matarlo.
El racismo es dificil nombrar porque también es dificil que te digan “vos no entrás acá por marrón, o por negro o por indígena“.
No te dicen “acá no trabajas por que no sos rubia“; no te dicen que te van a revisar la mochila por villero. No te dicen que te detienen por ser marrón y usar visera.
No lo dicen, pero lo sabes. Todxs lo saben.
Vos sabés que si no fueras marrón podrías caminar con tranquilidad sin que a cada paso se te ponga en duda, sin que a nadie le genere sospecha tu presencia.
El antirracismo en acción, es reparación, también es justicia histórica, es recuperar entre todes esa última sonrisa que nos regaló Fernando siendo un hermoso pibe marrón.
Justicia por Fernando / Hablemos de racismo / Argentina no es blanca /
Mi presencia no es sospecha, ni duda.
Fuentes:
- Informe sobre homicidios dolosos (2017-2021). Ministerio de Seguridad de la Nación. https://www.argentina.gob.ar/seguridad/estadisticascriminales/informes
- Guía abordaje de las masculinidades. 2021. Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires.
- Masculinidades violentas y racismo. 2023. Feminacida.
- Marrones Escriben. Perspectivas Antirracistas desde el sur Global. 2021. Identidad Marrón. Editores Ana Vivaldi y Pablo Cosio, en el Marco del Proyecto CARLA. Culturas del Antirracismo en América Latina.
Que puedo decir que es tan cierto y tristemente cierto y también es triste que habiendo leyes de protección no se las utilice