La Piba Berreta, una artista multifacéitca que acuña diferentes identidades en diversos proyectos artísticos, comienza su gira Norte y uno de sus destinos será Tucumán el viernes 14 de febrero.
Como primera actividad, el viernes a las 20hs presentará su libro Poesía Nuclear en Pangea (Laprida 289), junto a Mateo Diosque y Priscilla Hill.
Ese mismo día, desde la 23hs en Santos Discépolo (La Rioja 219), la cantante de Los Rusos Hijos de Puta dará un show acústico con sus canciones que hablan del amor, desamor, el odio a la policía, la explotación laboral, logrando abarcar desde lo agradable hasta lo tenebroso del mundo.
Sobre “Poesía Nuclear”, por Mateo Diosque
Poesía Nuclear se gesta en los tramos que la Piba Berreta consigue robarle a sus 12 horas de trabajo diario en una planta nuclear. Escribe desde las vísceras del malestar, le ve la cara al post capitalismo y se admite inmersa en sus lógicas, aunque, a diferencia de muchxs de nosotrxs, con sus palabras consigue al menos escupirle la cara:
“(…) los estúpidos no tienen cura, y van ahí amontonándose en las filas de los bancos, de los supermercados, de los autos en medio del tráfico, del rapipago, del médico que te va a vender los riñones, del McDonald, del bautismo, del casamiento, de la señora que reparte los suvenires, de las muestras gratis del shopping, de la fila a su propio entierro y siempre tocando la bocina, entorpeciendo los planos y los planes. La naturaleza es demasiado bondadosa. Yo no elegí nacer.”- Planilla de novedades diarias.
Este encarar y señalar las lógicas de un mundo que le da náuseas se ve plasmado también en el formato del objeto-libro y sus textos. Poesía Nuclear tiene el tamaño exacto para ser trasladado con la humildad de alguien sólo lleva consigo dos pesos y con la urgencia de quien acude a las palabras como un cuchillo mariposa listo para atacar, en el bolsillo. Está hecho con sus manos: el título de la tapa está escrito con la letra de su propio puño, con recortes y dibujos que ella misma hace ejemplar por ejemplar, armado y encuadernado por ella misma en el departamento en el que vive en Buenos Aires.
Los escritos cargan la velocidad atrapante y certera de esa piba que va de vuelta a casa después de las 12 horas de trabajo pensando en que no llega a pagar la luz y que algo tan imprescindible no debería ser comerciable.
La Piba Berreta hackea en su libro las horas que el sistema nos roba y las convierte en bombas nucleares para las estructuras que la asquean.