Hoy estrenan “La voz del silencio”, película coral, ambientada en la bulliciosa ciudad de San Pablo (Brasil), en la Sala Hynes del Espacio INCAA Tucumán. La misma refleja personajes atribulados por el agobio, la angustia y la incomunicación de las grandes ciudades.
Por Ezequiel Boetti para “Otros cines”
Las grandes ciudades generan una sensación de soledad y pequeñez, como si la majestuosidad edilicia transformara a quienes las caminan en seres autómatas e insignificantes. En esa línea va la primera secuencia de La voz del silencio, que presenta a un grupo de personajes trabajando en actividades sin prestar atención alguna, con sus miradas vacías, perdidas en las profundidades de sus pensamientos.
Esta co-producción argentino-brasileña transcurre íntegramente en la ciudad de San Pablo. Allí viven el empleado de un call center, una madre soltera a punto de perder su trabajo, un hombre mayor apasionado de la música clásica con problemas de memoria y otro con varios empleos para terminar sus estudios, entre varios personajes que el guión del también director André Ristum irá uniendo a medida que avance el relato. Magnolia aparece como la gran referencia (aquí no hay una lluvia de sapos pero sí un eclipse lunar) de este film que tematiza cuestiones como la opresión y la soledad a través de esos hombres y mujeres atrapados en sus rutinas, víctimas de un sistema que les exige mucho más de lo que les ofrece.
Para abrir la coreografía de varias tramas y múltiples personajes el cuadro disparador de este relato coral es un fenómeno astronómico “el eclipse lunar”. Sabemos que eso sucede cuando la tierra se interpone entre el sol y la luna generando un cono de sombra sobre la tierra y muchas veces una suerte de luz rojiza que tiñe el astro terrestre.
Es así que a partir del eclipse que envuelve el cielo de toda la ciudad de San Pablo se presagia el drama de todos los que allí viven afectados a otras fuerzas mayores que las de su propia voluntad. Y entramos en la vida de los y las protagonistas de varias historias que se abren en principio sin aparente conexión, hasta la resolución final de toda la trama coral que los conecta en una misma unidad narrativa.
Más allá de sus acertadas construcciones climáticas y un elenco parejo, La voz del silencio cae en el pecado de usar a sus criaturas como vehículos para decir lo que para el director son grandes verdades acerca del mundo. Hay un tremendismo acercamiento a Alejandro González Iñárritu, en la forma en que las historias se van entrelazando, a la vez que una tendencia al subrayado que muestra que Ristum está más interesado en construir una ambiciosa radiografía social que en comprender cómo y por qué las cosas son como son.
La voz del silencio (A voz do silencio, Brasil-Argentina/2018).
Guión y dirección: André Ristum.
Elenco: Marieta Severo, Ricardo Merkin, Stephanie De Jongh, Marinza Glezer, Arlindo Lópes, Nicola Siri, Claudio Jaborandy, Marat Descartes y Tássia Cabañas. Fotografía: Hélcio Alemão Nagamine. Música: Patrick de Jongh. Edición: Gustavo Giani. Sonido: Martin Grignaschi. Duración: 98 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas.
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