El deporte y una deuda pendiente con la igualdad

Durante un torneo de vóley, una jugadora trans fue discriminada y no le permitieron continuar en el campeonato. Su equipo también abandonó la competencia y denunció la discriminación. ¿Qué pasa con el deporte y las identidades que se escapan del binarismo?

Samira nació en Leales y desde los 13 años que juega al vóley. Hace 9 años, apenas aprobada la Ley de Identidad de Género, realizó el trámite para el cambio registral. Desde entonces, participó en diferentes equipos femeninos y actualmente juega en la Primera Femenina del Club Pellegrini.

“Me costó mucho entrar al vóley tucumano, hay muchos prejuicios. Pero hoy en día el Pellegrini me abrió las puertas me apoyan en esta lucha”, relata. El primer club en el que jugó fue Villa Fiad, después pasó por Avellaneda Central, con un equipo que se llama Tucumán Vóley, y también jugó en Club Belgrano, además de otros equipos amateurs con los que también juega.

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“Siempre jugué torneos en Tucumán, amateur, torneos relámpagos, en el Master”. En la mayoría nunca había tenido problemas para participar, ya que se respetaba su identidad de género. Pero hace pocas semanas sufrió discriminación por parte de la organización y otros equipos que participaban en el Torneo Máster Voley, un torneo para veteranas.

Se enteró por el boca en boca. Ni siquiera desde la organización le dijeron directamente lo que estaba sucediendo. “Hasta que llegó a la delegada de mi equipo y ella no sabía cómo decirme que yo ya no podía jugar, porque ellas no querían, porque había equipos que se habían quejado de mí. No querían que yo juegue porque decían, sería ventaja deportiva, porque yo tenía saques fuertes, o por mi estado físico”, explica Samira.

Olímpicas se llama el equipo en el que juega Samira. Perdieron los dos primeros partidos, y a medida que fue avanzando el campeonato algunos equipos se empezaron a quejar. Incluso llegaron a realizar una encuesta sobre que opinaban las demás participantes de que una mujer trans participe en el torneo.

“Si fuera ventaja deportiva por mi presencia en el equipo donde yo juego hubiéramos ganado. No hubiéramos perdido en el primero y en el segundo partido. Creo que es injusto”. No solo es injusto, sino que es ilegal negar la participación es un torneo deportivo a una persona por su identidad de género. Samira recibió muchísimo apoyo desde Tucumán Vóley, y de otros equipos que participaban de ese torneo. Incluso llegaron a ir a la cancha con carteles que denunciaban discriminación.

“No soy una persona problemática“. Cuando se enteró de lo que sucedía decidió dejar el torneo.  Su equipo también abandonó la competencia como una muestra de solidaridad y de que no permitirían discriminación hace una compañera.

Normativa vigente

En febrero de 2021, la Federación del Voleibol Argentino expresó su posición sobre la inclusión de jugadoras que se autoperciben con una identidad de género diferente a la que les ha sido atribuida en su nacimiento. De acuerdo al marco legal y normativo de Argentina, país pionero en materia de ampliación de derechos vinculados a las decisiones de vida personales, la Federación señaló que sigue la línea de la Ley 26.743 que consagra que la identidad de género está definida por la forma en que cada persona se autopercibe, sin importar si coincide o no con el sexo asignado al momento del nacimiento.

La normativa establece que la decisión libre de cualquier persona es suficiente para la rectificación de la partida de nacimiento y la entrega de un nuevo documento nacional de identidad.

La Ley 26.743 es de orden público, lo que implica que no puede ser libremente disponible por las partes -incluida cualquier Federación deportiva- y no puede modificarse. No existe reglamento o manual de competencia en este país que pueda oponerse y negar la participación de una persona trans en una competencia.

La encuesta que realizaron a los equipos del Master Vóley preguntaba: “¿acepta su equipo la incorporación de una jugadora transgénero?”. Y la siguiente decía: “si se permitiera jugar solamente en la función de Libero -(es un jugador dedicado a labores defensivas)-, su equipo estaría de acuerdo?”. En el torneo participan 12 equipos. La encuesta fue respondida por 46 personas, lo que no representa ni la mitad de las personas participantes. Además de ilegal, ni siquiera es legítima.

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Hace 9 años que yo tengo mi cambio de género. Entonces buscaron otra excusa: la ventaja deportiva. Y después ya no fue eso, fue que yo jugaba en Primera. El reglamento no deja que chicas de Primera jueguen en este torneo. Pero como yo no estoy federada en el club, puedo jugar”, explica.

La situación de Samira no es la única que se conoció en Tucumán. Estefanía Castillo es la primera futbolista transgénero que logró federarse en la Liga Tucumana de Fútbol. Desde los 18 años que participa de los torneos femeninos y fue delantera de varios equipos como Club Lastenia, Concepción de la Banda del Río Salí, Juventud Unida y Las Tigresas.

Como pionera entre las jugadoras transgénero de la provincia, ese camino estuvo regado de obstáculos: “Empecé a jugar con el documento de varón. Me discriminaban y me gritaban cosas. A nosotras las trans siempre nos insultan, nos escupen… Muchas veces he llorado en la cancha, pero las chicas me abrazaban y me defendían. Desde que yo he empezado a jugar al futbol me sentí muy orgullosa, pero también empecé a ser insultada como un perro. Gracias a Dios, en todos los clubes donde jugué me apoyaron”.

“Hasta el momento, no” responde Samira al ser consultada si conoce otras chicas trans que juegen al vóley. Pero sí le gustaría que cada vez más se animen a sumarse a espacios deportivos.

“Es engorroso tener que pasar por esos caminos para poder simplemente jugar al vóley como cualquier otra persona. Con toda esta discriminación que hay, probablemente muchas ni se acercan porque tienen miedo de que les pase lo mismo”, dice.

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Samira se dedica gran parte de su día a cuidar a un hermano menor con discapacidad. También es peluquera y lo ejerce cuando puede. El vóley le permite desconectar, distraerse de las preocupaciones diarias, de los problemas económicos que tiene por no poder acceder a un trabajo, pero, sobre todo, divertirse.

El deporte y una deuda pendiente con la igualdad

El deporte no escapa a la extensa lista de obstáculos que deben superar las mujeres trans. Y a los desafíos habituales se suman las dudas y las suspicacias en torno a su rendimiento deportivo en el ámbito femenino.

Desde 2016, el Comité Olímpico Internacional (COI) permite la participación de hombres transgéneros sin restricciones. En el caso de las mujeres, en tanto, sus valores hormonales de testosterona tienen que estar por debajo de los 10 nanomoles por litro de sangre para poder competir.

Esto quiere decir que la Ley de Identidad de Género 26.743, que establece que todas las personas deben ser tratadas de acuerdo a su identidad de género, no basta para que las mujeres trans sean habilitadas para jugar: aparte de presentar su DNI femenino, deben someterse a una serie de estudios médicos.

Lorena Berdula, es la representante no hegemónica de Mara Gómez, la primera jugadora trans en el fútbol argentino. Para ella, el paradigma biologisista con el que actualmente se mide el rendimiento deportivo, debe ser superado por un “paradigma humanista, que tiene que ver con entender la complejidad y la interseccionalidad”.

“Tenemos varón con pene, mujer con vulva, ahora ¿qué pasa con lo que no entra en eso que es excluyente y exhaustivo? Es excluyente, porque si no es varón entonces mujer. Y es exhaustivo por que el varón necesita lo contrario que es ser mujer para existir”, explica.

“¿Qué pasa con las personas trans que no quieran hormonizarse?”, se pregunta. “¿Quién mide las hormonas? ¿A cuántas mujeres cis se les evalúa la testosterona? ¿Qué hacemos hoy con la diversidad que existe?”, insiste.

La atleta sudafricana Caster Semenya, de 28 años, dos veces campeona olímpica y triple campeona mundial en los 800 metros, padece una diferencia cromosómica, no tiene útero ni ovarios pero sí testículos internos. El reglamento de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) obliga a las atletas hiperandróginas a bajar sus niveles de testosterona para poder competir en pruebas de medio fondo, entre otras.

Semenya, acusó a la IAAF de haberla utilizado como “conejillo de Indias” en el pasado con el tratamiento para reducir sus niveles de testosterona. Decidió apelar ante la Justicia el nuevo reglamento, logró que las regulaciones impuestas por la IAAF se levantaran temporalmente, pero un nuevo revés judicial dejó sin efecto esta suspensión. La sudafricana no podrá defender su título de 800 metros en el Mundial de Doha. Otra historia sobre identidad, los derechos sobre el propio cuerpo y triunfos y derrotas que van más allá del deporte.

“Hay que empezar a visibilizar todo esto para cambiar la sociedad”, finaliza Berdula.

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