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Los martes 13 son días del calendario que generan todo tipo de supersticiones en el mundo occidental. ¿Por qué? ¿Qué se esconde detrás de esta tradición?
Es martes 13 y en el mundo anglosajón muchas personas deciden no emprender un viaje, algunas líneas aéreas evitan configurar sus aviones con la fila 13 e incluso muchos hoteles pasan del piso 12 al 14, entre tantas otras tantas precauciones para evitar al 1 con el 3 en convivencia.
¿Por qué se considera al número 13 como signo de mala suerte? ¿Desde cuándo? ¿En qué lugares? Este día genera temor ante la posibilidad de padecer mala suerte en el inconsciente colectivo de las sociedades de Argentina, España y la mayor parte de los países latinoamericanos. ¿Qué hay detrás de esta extendida superstición?
Primero, sería importante despejar que la idea de mala suerte provendría, esencialmente, del número 13 y no tanto del día, puesto que en los países de habla hispana coincide con los martes y en los países anglosajones con los viernes.
El 13 ¿la yeta?
Desde la perspectiva de algunas religiones, el cristianismo señalaba de mala suerte a este número, argumentando que en La última cena de Jesucristo habían 13 personas: 12 apóstoles y Jesús. Para muchos era Judas, el traidor, el número 13, sin embrago, para algunos el treceavo integrante era Jesús. Por otro lado, tanto la Cabalá judía y las leyendas nórdicas de Europa, señalaban la existencia de 13 espíritus malignos en el mundo y el capítulo 13 del Apocalipsis menciona a una bestia de siete cabezas. Finalmente, en el Tarot, la muerte y la desgracia están asociadas a la carta número 13. Hasta el momento, ninguna de las razones expuestas demuestran solidez, incluso en el último caso mencionado, para algunas culturas, la muerte es considerada como una anécdota positiva y no es asociada a la desgracia, sino a un cambio de estado y energía.
Hasta ahora, las razones recolectadas no parecerían suficientes para revelar por qué existe tanto desprecio por el número 13 en el mundo occidental.
Una superstición fuerte: el calendario gregoriano
De momento, sin argumentos sólidos que justifiquen lo negativo del número 13, de todas las suposiciones y criterios sin examinar en los que basamos nuestra vida cotidiana -como seres vivos que habitamos el planeta Tierra-, ninguno ha sido tan poco cuestionado, hasta ahora, como el calendario gregoriano.
Diego Lecco nació en C.A.B.A. el 1 de noviembre de 1971. Se recibió como Ingeniero agrónomo de la U.B.A. y desde hace casi 15 años vive en Cafayate, Salta, junto a sus hijas y la madre ellas, Karla Buzó. Abrumado por los tiempos de la ciudad, el consumo y la vertiginosa carrera a la que nos impulsa el sistema económico hegemónico -que pretende fomentar el deseo de riqueza y acumulación de capitales materiales y símbolos-, Lecco y su compañera huyeron de C.A.B.A. en busca de una vida menos tóxica para construir una familia y un hogar y, una de las consideraciones contempladas, e incluso adoptadas, estaba regulada y regida por el temido 13. El miedo es, en gran medida, desconocimiento.
El 13, un número sagrado
“El calendario maya tiene 13 meses, 13 lunas. La frecuencia que utiliza este calendario es de 13:20 (365 días divididos en 13 meses y horas de 20 minutos) y equivale a una frecuencia que se aprecia en la naturaleza. Por ejemplo, la gestación del ser humano, durante el embarazo, responde a la frecuencia del bioritmo de nuestro planeta, que está regido por el los ciclos de la luna. Esta frecuencia influenciaba la medida del tiempo de la cultura Maya, antes de la conquista española”, explicó Lecco, quien estudió cuidadosamente el calendario maya. “La Frecuencia de tiempo Maya es 13:20 y no 12:60. Trece se refiere a los trece tonos galácticos o poderes de creación, los cuales también codifican las 13 lunas o lunaciones anuales. Veinte se refiere a las veinte frecuencias solares codificadas como los 20 iconos o sellos solares”, explicó.
El tiempo: frecuencias negociables
Los 365 días divididos en los 12 meses que conocemos, propuestos por el calendario gregoriano, mantienen una frecuencia que regula los tiempos de producción del mundo y no contempla la frecuencia del bioritmo de los seres vivos, porque se trata del tipo de frecuencia de una máquina: el reloj.
De la mano de la Revolución industrial y la creación de las máquinas, se dividió el tiempo en la misma la frecuencia con la que operan las máquinas, los motores y los relojes mecánicos que es 12:60 (365 días divididos en horas de 60 minutos) “(…) a partir de allí se podría hacer la asociación de que el tiempo es dinero. La sincronía maya, en cambio, es una noble medida del tiempo y no sostiene una noción de duración, aceleración o de progreso lineal como la frecuencia del capitalismo a través de las máquinas”, dijo Lecco agregando que “el calendario gregoriano fue una forma de de-sincronizar al ser humano de sus ciclos vitales, para convertirnos en los esclavos del sistema que somos ahora: vivimos pendientes del reloj, laburando 10 horas por día para llegar a fin de mes y así fomentar que un mínimo sector social se enriquezca con el trabajo de la mayoría. El estándar de tiempo actual inhibe la sincronía de biorritmo de la naturaleza completa”.
Estigmatizar para ocultar
Cuando los europeos conocieron el calendario Maya, hicieron desaparecer toda evidencia posible y consideraron necesario demonizar al número 13 para esconderlo y sepultarlo. No existe ninguna relación lógica ni científica entre la longitud exacta del año y el uso del calendario gregoriano para medirlo y dividirlo. La medida desigual de los meses del calendario Gregoriano hace que los cálculos de fechas sean casi imposibles. Ésto, combinado con la precisión inhumana del reloj mecánico, nos da un concepto del tiempo artificial y lineal. Dicha concepción del tiempo, tan coherente a la cultura moderna e industrializada, da como resultado un proceso de aceleración constante. 30 días tiene Septiembre, Abril, Junio y Noviembre; todos los demás tienen 31, excepto Febrero que tiene 28 y que cada 4 años se suma 1 día más. Una forma algo más simple y lógica sería dividir el año solar por 13 meses de 28 días con un día extra libre cada año.
Las 13 lunas
El Calendario de las trece lunas provee un estándar armónico perfecto que es perpetuo y en el cual las correlaciones del día/fecha son una constante. Sin embargo, el calendario gregoriano se impuso en el siglo XVIII y se mantuvo como el instrumento aceptado para dividir el tiempo oficialmente en el mundo: es el calendario que rige el capitalismo. A pesar de que existen calendarios basados en las lunaciones del Islam, hindús, judíos y chinos, sólo se usan con propósitos religiosos y rituales; en asuntos económicos y políticos diarios, el calendario gregoriano prevalece en todo el planeta.
El cristianismo y el calendario gregoriano
El calendario gregoriano devino como resultado de una Bula Papal emitida por el Papa Gregorio en 1572 y fue implementado entre el 5 y 15 de Octubre de 1582. El contexto histórico, en el que este calendario se convirtió en el estándar fijo, estaba conformado, por un lado, por el deseo predominante en Europa de aumentar su adquisición material y, por otro, por la necesidad de la iglesia católica de reunir a todos y todas bajo su cruz, arrasando -literalmente- por parte de América. La conquista y la evangelización vinieron acompañados del calendario gregoriano. Seguramente los conquistadores y predicadores del catolicismo se habrán quedado boquiabiertos con la cultura maya y la perfección de su calendario, pero no, otorgarle vigencia y protagonismo a un invento de la cultura derrotada habría sido una locura, entre otras cosas…
Cuatro siglos seguros de vigencia y el calendario gregoriano nunca fue cuestionado ni mucho menos desarrollado. “El calendario gregoriano es un encantamiento hipnótico que mantiene todas las cuestiones de la historia sin resolver, ocultas en su secuencia ilógica de días, semanas, meses y años”, agregó Lecco.
La luna
A través de la mayor parte de sus 26.000 años de historia, el Homo sapiens, siguió a la luna y usó calendarios lunares. Este satélite natural gira sobre su propio eje cada 29,5 días y equivale al valor de la longitud de una lunación sinódica, la cual responde a la perspectiva con que siempre vemos a la luna desde la Tierra. Existen, también, el ciclo lunar sideral de 27,33 días (tomado de la duración de la luna en regresar a un punto fijado en el cielo), el ciclo tropical de 27,32 días (tomado de la longitud celestial), y el ciclo dracónico de 27,2 días (tomado del tiempo que le lleva a la luna regresar al mismo nodo).
De acuerdo a la perspectiva de Diego Lecco, y aquellas personas que usan el calendario Maya, la discrepancia entre los días del año solar y los ciclos lunares es un problema para el hombre civilizado. Es precisamente este poder del 13, asociado con la brujería y el demonio al que los conquistadores europeos se enfrentaron cuando llegaron al “nuevo mundo”. Los Mayas, y las demás culturas mesoamericanas, tenían otra concepción del tiempo y un conocimiento incluso más preciso y desarrollado que en toda Europa, completamente basado en el trece. “El mundo fue privado de un entendimiento del tiempo que no estaba basado en las divisiones espaciales del círculo sino en el poder galáctico-lunar del trece”, agregó Lecco.
Debido al encantamiento hipnótico del calendario gregoriano, no encontrarás una explicación de la comprensión del tiempo sobre los Mayas en el capítulo de calendarios de la Enciclopedia Británica. El Factor Maya se trata de un asunto no mencionado en los registros hegemónicos que se utilizan en el estudios de la Historia.
“La sincronía es una noble medida del tiempo y no sostiene una noción de duración, aceleración o de progreso lineal como la frecuencia del capitalismo: las máquinas”
Romper la Barrera, una tarea difícil
Captar la diferencia entre el tiempo tridimensional 12:60 y el tiempo cuatridimensional 13:20 es romper la barrera de la realidad consensuada del materialismo que ahora domina toda nuestra existencia planetaria y el sistema socio-económico en que vivimos.
Trece, entonces, es la clave de los códigos galácticos Mayas del tiempo cuatridimensional y de los ciclos lunares anuales por los que la Tierra se guía en su camino solar. Muchas personas, entre ellas Diego Lecco, intentaron usar el calendario maya (el cual involucra, además, otra filosofía de vida) y fracasaron: el monstruo capitalista es demasiado grande para combatirlo.
¿Por qué los españoles no se apropiaron de aquel tesoro del tiempo, mucho más perfecto y amable con la vida humana y de la naturaleza en general? La respuesta podría rondar la idea de que el calendario y la filosofía de vida Maya atentaba contra los deseos de dominio y sometimiento de otras culturas y acumulación de riqueza a merced de la explotación laboral. El calendario maya implicaba aniquilar el desarrollo de aquellos objetivos, objetivos que no sólo fueron instalados por el sistema capitalista, a lo largo de los siglos posteriores a la colonización, sino que actualmente nos atraviesan y acariciamos a cada segundo. Mientras tanto nos enseñaron a temer y demonizar al 13.
Las fotografías fueron tomadas por el artista visual Marcos López y corresponden a la serie “Sub-realismo Criollo”.