El pasado 10 de diciembre, Luciano fue asesinado en un operativo policial en Miramar. Por su crimen está detenido un efectivo y otros tres están procesados. La familia exige que se investigue el encubrimiento institucional y la responsabilidad del comisario Vulcano.
A dos meses del asesinato Luciano Olivera, el adolescente miramarense de 16 años, familiares y amigos continúan exigiendo Justicia en el caso por el que está detenido un efectivo de la Policía Bonaerense.
Según la investigación, el viernes 10 de diciembre a la madrugada, Luciano transitaba en una moto Yamaha YBR 125 por la avenida 9 cuando policías lo persiguieron y uno de ellos le disparó.
Miramar es una tranquila ciudad balnearia en la que los vecinos y vecinas se conocen entre sí. Durante la temporada de verano aumenta la cantidad de gente que circula por sus calles, pero durante el año viven de manera permanente menos de 30.000 personas.
El informe preliminar de la autopsia ratificó que el adolescente sufrió una “muerte inmediata” a causa del shock hipovolémico que le provocó el impacto del proyectil del policía. La bala ingresó por el pecho y salió por la espalda, y en el camino perforó el corazón y la parte inferior del pulmón derecho, además de ocasionar una lesión hepática mortal.
Esa noche Luciano estaba con sus amigos en el Anfiteatro del centro hasta que decidió irse a su casa por la calle 26 y comenzó a ser perseguido por un móvil policial. Cuando llegó a la calle 9 y 32, otro móvil se le interpone y baja el efectivo Maximiliano González (25) quien le disparó. Junto a él se encontraban Rocío Mastrángelo, Kevin Guerricagoitia y el policía Nelson Albornoz, que estaba a cargo del operativo callejero en la madrugada. El peritaje balístico realizado sobre el arma de González determinó que funcionaba correctamente y que la vaina servida secuestrada en el lugar del hecho se corresponde con la pistola del efectivo.
Tanto el oficial González como Luciano son oriundos de la Ciudad y vivían a tres cuadras de distancia.
Pese al pedido de la fiscal Ana María Caro, solamente al efectivo Nelson Albornoz se le dictó la prisión preventiva en el marco del proceso, por lo que continuará detenido hasta que surjan nuevos avances en la investigación. El responsable del Juzgado de Garantías Nº4 confirmó la preventiva al valorar su mayor responsabilidad, teniendo en cuenta que era el jefe de la patrulla, y por la versión contradictoria que brindó a la oficial superior al exigir su presencia por un hecho de “moto en fuga” cuando la muerte de Olivera ya se había consumado.
La mamá de Luciano, Judit Aristegui, dijo que “la policía siempre corría a las motos con los móviles, nunca usaban ni la sirena ni la voz de alto y los perseguían hasta chocarlos o hacerlos caer”.
Hasta el 12 de diciembre, el Jefe Comunal de Policía en General Alvarado era Edgardo Andrés Vulcano, luego del hecho fue trasladado y continúa trabajando. En su lugar asumió el comisario inspector José Ramón Segovia, quien se desempeñaba en la Superintendencia de Seguridad Región Atlántica II.
Si bien la fiscal Caro tiene algunas imágenes contundentes respecto de las circunstancias del asesinato de Olivera, la familia espera que la Justicia actúe y detenga a todos los oficiales que participaron de la persecución y al comisario Vulcano por ser responsable directo del actuar de las fuerzas. “Nosotros confiamos en la Justicia, ahora queremos poder creer que se hará Justicia”, pide Judit en sus declaraciones.
LUCIANO SOÑABA CON JUGAR EN PRIMERA
Luciano nació el 19 de agosto de 2005, cursaba la secundaria en el Instituto General Alvarado y vivía junto a su mamá, su padrastro y Valentina, su hermana de 9 años, en una casa del barrio Parquemar.
“Luciano era un nene, cumplió los 16 en agosto del 2021, jugaba con su hermana, iba a la escuela, entrenaba y jugaba en el Club 11 Unidos. Era el ídolo de los más chiquitos. Era el 10 zurdo, fue feliz y le cortaron las alas en un segundo”, relata la madre con infinito dolor.
EL jueves 10 de febrero, al cumplirse dos meses del asesinato, familiares, amigos y amigas de Luciano, vecinos y vecinas de Miramar, marcharán, una vez más, para exigir Justicia y para pedir por la restructuración profunda de la Policía Bonaerense.
La sociedad demanda que las prácticas violentas sean erradicadas y los casos de gatillo fácil no sucedan nunca más.
¿QUIÉN NOS CUIDA DE LA POLICÍA?
“El ministro de Seguridad Berni vino el primer día, el 10 de diciembre, hizo presencia 10 minutos y se fue. Después, estuvo en el programa de Juana Viale y habló todas bolucedes porque lo que comentó no coincide con lo que realmente pasó”, explicó Judit y detalló que “Luciano frenó cuando le cruzaron la camioneta policial, pero González bajó y le disparó a pesar de que no había ningún elemento que amenace a los efectivos”.
Fue Berni quien afirmó, pocas horas después del hecho, que el policía que gatilló había estado festejando su propio cumpleaños el jueves 9 y que a las 00.00 horas entró a trabajar. Si bien el examen de alcoholemia que se le realizó dio negativo todavía falta las pericias toxicológicas.
Miramar tiene un triste antecedente donde la policía también estuvo involucrada. El femicidio de Natalia Melmann, una joven estudiante argentina de 15 años, ocurrió el 4 de febrero de 2001 y por el caso los cabos Ricardo Alfredo Suárez, Ricardo Anselmini y el sargento primero Óscar Alberto Echenique fueron encontrados culpables y condenados a reclusión perpetua.
El asesinato de Luciano visibiliza el racismo estructural dentro de las fuerzas de seguridad. El abogado de la familia de Olivera, Gregorio Dalbón, expresó que “hay cosas que deben cambiar porque no se puede tolerar que en Argentina por portación de caras o por la vestimenta te paren para pedir el documento” y declaró que “la violencia institucional será uno de los ejes que intentará imponer en el debate oral”.
También, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) se expresó y comunicó que “el asesinato de Luciano no es un episodio aislado, sino una consecuencia de las rutinas policiales en su despliegue territorial”. Tal como ocurrió algunos años atrás en la masacre de Monte, ante la desobediencia a un operativo vehicular, la Policía de la provincia de Buenos Aires desata una persecución desmedida y mortal.