Pueblo chico, infierno grande

La periodista, docente y escritora Sibila Camps, presentará en la provincia su última publicación: “Tucumantes – Relatos para vencer el silencio”. Barbara Tarcic, docente y y realizadora audiovisual, realiza una reseña sobre un libro que atraviesa la idiosincrasia de una provincia donde las cicatrices del terrorismo de Estado persisten como en ninguna otra parte de la Argentina.

Tucumantes, relatos para vencer al silencio. Por Sibila Camps. Editorial Marea, colección Historia Urgente. 219 páginas.

Anteriormente, Sibila Camps escribió sobre hechos de Tucumán. Me refiero a sus libros El Sheriff, vida y leyenda del Malevo Ferreyra (Editorial Planeta, 2009), y a La Red, La Trama Oculta del caso Marita Verón (Planeta, 2013). Claramente Sibila tiene una conexión importante con esta provincia y con nosotros, sus habitantes. Imagino que el piolín que ella había empezado a tirar era nada más y nada menos nuestra idiosincrasia. Sibila se pregunta: ¿Por qué son cómo son los tucumanos? ¿Por qué las cicatrices del terrorismo de Estado persisten en Tucumán como en ninguna otra parte de la Argentina?

Tucumantes es el resultado de la minuciosa y delicada investigación que realizó la periodista alrededor de los valiosos documentos que Juan Carlos “El Perro” Clemente (ex militante montonero, detenido, quebrado por la tortura y obligado luego a trabajar en la Jefatura de Policía de Tucumán) logró esconder durante 33 años y certificaron los miles de testimonios de víctimas y testigos del terror, a su vez abriendo nuevas puntas de investigación. El hilo narrativo lo conduce el relato acerca de la vida de Juan Carlos Clemente, alternada con pasajes referidos a las historias que hay detrás de esos documentos y que guardó en soledad hasta el momento de dar testimonio, en junio de 2010, durante el primer juicio por la causa Jefatura de Policía de Tucumán, donde funcionaba un centro clandestino de detención.

Tucumán es un “pueblo chico, infierno grande”. Muchas de nuestras historias están vigentes, ligadas y muchas (demasiadas) conducen al horror.

Entre esos documentos – con sellos, formularios, firmas, escudos, membretes, entre otros – se encontraba la primera lista elaborada por los propios represores que se conoció en la Argentina.

Notas con sello y firma del Tuerto Albornoz. En el libro nos encontramos, también, nombrando algunos capítulos, con la historia de Mirta Aldeco, su criada. Violada sistemáticamente por Albornoz y por su hijo mayor. En decenas de oportunidades obligada a abortar una y otra vez los productos de esas violaciones y obligada a parir y a ser separada de sus bebés, cuando el embarazo se les escapaba.

La estrecha relación de la Iglesia (incluido el fundador de FASTA, Fosbery) con los dictadores, el rol que ocupaban los capellanes y sacerdotes durante el Operativo Independencia, tomando gran relevancia en la legitimación de los secuestros, torturas y fusilamientos como también para liberar de culpas a los oficiales por esas acciones criminales. Entre los documentos de Clemente, relata el libro de Camps, hay informes sobre “sospechosos” elaborados y firmados por el Padre “Pepe” Mijalchik con planos confeccionados de su propio puño y letra para que se les facilitara el secuestro.

Cabe recordar que Mijalchik fue absuelto en el 2013, al finalizar el juicio Arsenales II – Jefatura II. Los honorarios de su abogado defensor, Facundo Maggio, fueron cubiertos por el Arzobispado quien, a su vez, en 2018, ha sido elegido por el Poder Ejecutivo como juez de instrucción en lo penal. Pueblo chico…

Otros capítulos que me calaron hondo son aquellos relacionados con el interior de nuestra provincia. Por un lado, acerca de los pueblos erigidos por Antonio Domingo Bussi, inspirados en tácticas norteamericanas de invasión a Vietnam. Estos pueblos, nombrados como generales, capitanes, sargentos y soldados fueron levantados en terrenos particulares, “pedidos” a sus respectivos dueños mediante extorsiones en las que mediaba la vida. Claro, si se apropiaban de seres humanos, por qué no de hectáreas.

Fundando pueblos, evitaban que la población rural le diera asilo a la guerrilla, les mantenían confinados para controlarles y a su vez, brindándoles luz, gas, agua corriente y obtenían la adhesión social en zonas que habían sido sumamente castigadas por la represión, remontándonos al cierre de ingenios.

Por otro lado, he leído hasta llorar la historia de Tomás Francisco Toconás, militante del ERP, padre de seis hijos, solidario sin tener nada más que dar. Fue fusilado delante de una de sus hijas y arrastrado monte adentro. La historia de esa familia es estremecedora. Sucedió en su precaria casa, en Las Mesadas, a tres kilómetros de Santa Lucía.

Me pregunto si los alumnos y alumnas del Instituto Técnico, que tienen asentado su campamento allí, en Las Mesadas, conocen la historia de la familia Toconás.

En Santa Lucía, relata Sibila, aún hay cosas de las que no se hablan. Las cicatrices están abiertas y aún identificado, finalmente, el cuerpo de Toconás, allí siguen hablando de los militantes como fuleros. Es que aquí en Tucumán, se usa un vocabulario distinto. A veces son eufemismos. A la dictadura, algunos, le siguen llamando “la época de la subversión”.

Me extendí de más en esta reseña y aún queda tanto afuera. La culpa, la traición, los cuerpos hallados que emergen y nos revelan cosas, ¿Qué sucede con los sobrevivientes? La lógica binaria en sitios donde no existe la lógica…

Les recomiendo este libro. Es, como se llama la colección a la que pertenece, una lectura de Historia Urgente.

Urgente para que no nos vuelva a pasar, Urgente porque merecemos justicia, Urgente porque, como dice la autora: “conviene tener la memoria a mano (…) la historia no tiene punto final”.


Tucumantes, con Sibila Camps en la provincia, se presenta:
• Miércoles 8 de mayo, a las 20. En Concepción. Biblioteca Popular Nicolás Avellaneda.
• Jueves 9 de mayo, a las 20: San Miguel de Tucumán. Centro Cultural Virla (25 de mayo 265). Con Carolina Gallo y Valeria Totongi.
• Viernes 10 de mayo a las 21: Tafí Viejo. Centro Cultural Miguel Ángel Herrera, Museo Ferroviario (Sáenz Peña 234). Con Julia Vitar y Carolina Gallo.
• Sábado 11 de mayo a las 18: Santa Lucía. Biblioteca Popular Santa Lucía.

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