Esta nota forma parte del proyecto “Mapeo de Literatura LGBTIQ+” seleccionado en el marco del programa Comunicar Diversidad de Wikimedia para visibilizar y promover narrativas inclusivas y diversas en distintas comunidades.
Mateo Diosque nació en 1990 en San Miguel de Tucumán. Al cumplir 10 años su familia se mudó a Salta y vivió allí hasta los veinte y pico. Actualmente, Mateo vive en la Ciudad de Buenos Aires en compañía de su perrito Coco. Con su mamá mantiene un vínculo cercano a la cual visita regularmente y su papá vive en Salta. “Tuve una familia que me apoyó muchísimo, yo me crié en Salta que es un lugar muy católico muy conservador y, sin embargo, a mí me criaron ateo siempre en colegios laicos. Me crié en una burbuja, en donde estaba permitido ser quien era, explorar mi sexualidad, con toda la dificultad que eso puede conllevar a la familia en el año 2000”, dice Mateo
¿Qué lugar ocupa en tu vida la escritura?
La escritura en mi vida tiene un lugar central, si no estoy conectado con la escritura mi mundo interno se viene abajo y también es una indicación de que algo está en conflicto.
Desde muy chica a mí me encantaba inventar historias, se las contaba a mis primitos, a mis amiguitos. Mis primeros pasos en la escritura los di escribiendo cuentos sobre mi perro porque tengo mucha obsesión con los animales (riendo), mi perro era un superhéroe. Después, en la adolescencia comencé a escribir un poco más de poesía, es mi puente con el mundo. Yo leo mucha narrativa, mucho relato y la poesía fue apareciendo sola, eligiéndome a mí. Mi vínculo con la escritura es de siempre, desde muy chica supe que quería ser escritora, fue lo que quise hacer siempre.


¿Te desempeñaste como tallerista?
Comencé a dar talleres en el 2016/2017, en la biblioteca del hostal de una amiga. Eran gratuitos y abiertos a cualquier persona que no fuese un varón cis heterosexual. En ese momento lo hice porque sentía que en Salta no había muchos espacios para pensar la escritura que no estuvieran cooptados por una mirada cis masculina y, por otra parte, porque me interesaba pensar los espacios de taller desde lógicas de la educación no formal, no reproduciendo necesariamente lo que íbamos a encontrar en talleres literarios como pueden ser los de una carrera universitaria.
Para mí, es clave pensar que la elección de construir un espacio de taller es una elección sobre espacios no formales de educación. En ese sentido, me importa siempre repensar el vínculo que se tiene entre tallerista-participante buscando una forma de vínculo más horizontal, no pienso lo que hacemos dentro del taller como “consignas”, sino como “propuestas” disparadoras, no hago delimitaciones duras entre poesía y relato, entre otras cosas.
¿Cómo te vinculaste con la edición editorial?
Mi recorrido como editor fue ocurriendo en distintos territorios, porque fui parte de varias editoriales. Mi primera experiencia con una editorial fue en Salta, con Killa Ediciones, la editorial de Fernanda Salas. Ella muy generosamente me invitó a participar y me enseñó muchas cosas. Me acuerdo de que imprimía los libros en su casa, con una impresión casera y los libros se ensamblaban de manera muy artesanal. Había un montón de deseo y de corazón puestos en sostener ese espacio. Fue una gran experiencia. Después de eso, me mudé a Tucumán y junto a Gabi Olivé fundamos Inflorescencia Editorial, una editorial de poesía en donde publicábamos a voces LGBT+, mujeres e identidades “no hegemónicas”. Esta experiencia fue también de mucho aprendizaje. Publicamos autores de distintas provincias: Salta, Tucumán, Córdoba, Buenos Aires. Sostener una editorial independiente desde el norte de Argentina requiere una cantidad de esfuerzo y de trabajo que creo que desde un lugar central como Capital Federal es imposible de imaginar.
¿Y con la editorial puntos suspensivos?
Lo primero que sucedió con puntos suspensivos fue publicar Desentierro, mi libro. Nos conocimos con el gaita, supo de mi recorrido editorial y entonces me propone que me sume a trabajar con él, invitándome a que me haga cargo de la colección amarilla, que es una colección pensada para publicar poesía de personas no binarias como yo. En esa curaduría y ese abordaje de la edición a mí me interesó mucho la posibilidad de publicar a poetas que tuvieran trabajos con la escritura que bordearan con otras disciplinas y, sobre todo, a personas que trabajaran mucho la oralidad. La colección se pregunta mucho sobre la catalogación de “poesía no binaria”, con qué tiene que ver, si con algo estético o con algo identitario de los poetas.
Mi paso por puntos suspensivos fue muy alegre, Gaita desde el primer minuto me recibió con los brazos abiertos, tomando mis opiniones y permitiéndome pensar en el proyecto junto a él, que cuando yo me sumé ya tenía muchos años de existencia.
Creo que siempre edité pensando en poner en circulación y acompañar a autores y libros que trajeran al mundo editorial algo que quizás había estado oculto del canon por una u otra razón. A nivel estético, creo que siempre tengo la vista puesta en el cruce de escritura y oralidad y en los límites difusos entre géneros literarios. Este último tiempo me estoy preguntando mucho por el dispositivo libro y en esa investigación me estoy tomando el año sin hacer trabajo de editor, por primera vez en ocho años.
La literatura LGBT ¿puede ser una corriente literaria o un género? ¿Qué opinas al respecto?
Responder a esto es bastante difícil, ya que, personalmente desde hace mucho que yo estoy en conflicto con esto de pensar nuestra escritura como un género literario LGBT. Más allá de mi opinión personal, creo que para responder a esta pregunta hay que pensar en el contexto porque la respuesta depende de dicho contexto. La necesidad o la estrategia contextual me parece clave para terminar de responder esta pregunta. En general, pienso que los géneros, de cualquier tipo, sirven para organizar y delimitar algunas cosas que son necesarias para nuestro entendimiento del mundo. En muchos casos, como para con nuestras identidades, es clave poner esos nombres/géneros en palabras porque hay todo un sistema estructural que niega nuestra existencia.
Yo creo que habría que preguntarse ¿de qué hablamos cuando decimos literatura LGBT? ¿Se trata de cualquier persona LGBT que escriba literatura? ¿O que el tema abordado tenga que ver con la experiencia LGBT? ¿Es posible aglutinar la literatura solo por ese tema a nivel estético/literario? Porque la heterogeneidad de estilos y propuestas literarias de personas LGBT es abismal. Entiendo la importancia militante de nombrar a la literatura LGBT+, me propondría hoy hacia adentro comenzar a pensar qué sucede a niveles literarios al interior de esa etiqueta.
¿Cuánto hay de vos en tus poemas del Desentierro?
Si bien el Desentierro se publicó en 2021, los poemas fueron escritos antes. El poemario está atravesado por mi extrañeza con respecto a mi proceso de transición, porque era algo nuevo para mí. Pienso que hoy día la sensación de otredad o de verme o sentirme distinto, la atravieso de otro modo. Creo que el mundo nos ve distintos y que uno se siente distinto porque el mundo tiene parámetros y formas muy predeterminadas de cómo habitarlo.
La práctica de la lectura, ¿es frecuente en tu vida? Si es así, ¿cuáles son los tres libros que recomendarías?
Si, lo es. De los últimos libros que leí recomendaría Temporada de huracanes de la autora mexicana Fernanda Melchor. Me pareció brillante, a nivel escritura y a nivel edición. De mis favoritos de siempre recomendaría Prisión perpetua de Ricardo Piglia. Lo leo y releo hace muchísimos años y nunca deja de fascinarme. Y un libro de poesía que recomendaría, porque mi secreto es que en realidad leo más narrativa que poesía, es Dramas Pobres de la poeta chilena Claudia Rodríguez.
¿Alguna poesía, cuento o novela de cabecera que te ha emocionado hasta las lágrimas?
El último libro que me emocionó hasta las lágrimas fue la primera novela de Ocean Voug, En la tierra somos fugazmente grandiosos. Me conmovió la historia, pero también la propuesta estética de escritura. Ocean es poeta principalmente, o lo había sido hasta esta publicación, y este libro corre los límites entre la carta, la novela y la poesía constantemente.
De poesía, me gustó mucho el primer libro de Maik Slipczuk, un poeta de Buenos Aires por el que además tengo mucho afecto.
¿Cuál es tu género literario favorito?
Mi género literario favorito es el terror, el cuento de terror. Amparo Dávila, Shirley Jackson, Daphne DuMaurier, Mariana Enríquez, Allan Poe, Lovecraft.
La poesía junto con la escritura, ¿pueden ser instrumentos de lucha?
Lo es, creo que es importante recordar que lo es por naturaleza, que lo es todo el tiempo en cada palabra que elegimos escribir, en cada propuesta de estructura literaria que hacemos y no solo en lo explícito de lo que se dice en un poema o un texto. Cada elección dentro de un texto literario es una postura política.
Perdona la pregunta tal vez un tanto atrevida pero ¿de qué viven los poetas?
De la poesía no se vive, eso lo sabemos todos. Durante algunos años viví de dar talleres y clínicas de escritura, corregir y editar textos. También me dedico a la comunicación digital, así que hace muchos años que también ese es mi trabajo. Ahora, mi principal fuente de ingresos son los trabajos freelance.
¿Cómo viviste la diferencia identitaria/sexual en Tucumán?
Me acuerdo de que lo primero que me sorprendió de Tucumán cuando me mude en 2018 fue la liviandad con la que la gente en la calle era capaz de insultarme por lesbiana (o a veces por puto, dependiendo como me leyeran). Si bien Salta es un lugar hiperconservador y difícil, la violencia al menos en mi caso se recibía de otras maneras (por ejemplo, pedirme que me fuera de un café cuando era adolescente por estar de la mano con una novia). Al mismo tiempo, en contraposición a toda esa violencia, me sorprendió también de Tucumán la capacidad de comunidad que tenían, una capacidad que no conocí en otros lugares (viví en 4 provincias distintas de este país y en dos países aparte de Argentina), una capacidad de cuidado comunitario que me hizo sentir acogido automáticamente. Es en eso en lo que pienso cuando pienso en ser una persona trans / lesbiana / homosexual en Tucumán, en sentirme acogido.