“El otro verano”, un lugar en el mundo

Una de las opciones del Espacio INCAA Tucumán de esta semana es el segundo largomentraje del director y guionista, Julián Giulianelli. “Una película que se construye mediante sus imágenes, la fuerza de lo no dicho y en los climas y gestos de sus protagonistas”, expresó Carla Leonardi para el sitio “Hacerse la crítica”.


La apertura nos muestra el paisaje serrano de Córdoba y un adolescente que viaja en micro. En un pequeño pueblo de montaña, un hombre somnoliento inicia su rutina diaria. El hombre cruza pocas palabras con su pareja, que es mesera en el bar del lugar, y el silencio de ella, ocupada en sus tareas, da cuenta del malestar y la tensión entre ambos. Su estilo es bohemio en el modo de vestir y la afición por tocar la guitarra, mientras que el humo del cigarrillo y su empuje por tomar alcohol lo pintan como solitario y torturado por el pasado. El camino de ambos se cruza cuando Rodrigo (Guillermo Pfening) atropelle a Juan (Juan Ciancio) con su camioneta.

Este es el comienzo de El otro verano (2018), segundo largometraje del director argentino Julián Giulianelli. Este accidente, momento azaroso en el destino de los personajes, es el inicio de un vínculo que se desarrolla lentamente a partir de que Juan le ofrezca a Rodrigo ayudarlo a arreglar las cabañas que administra a cambio de alojamiento.

Este verano diferente en la vida de los personajes es un coming of age, una historia que plantea un crecimiento psicológico para ambos. Rodrigo es el prototipo del adulto, detenido en el tiempo de la adolescencia, que en ese entorno agreste y relajado evade todo tipo de compromiso y responsabilidad. Nunca formó una pareja estable y las cabañas que administra pertenecen a su padre, lo cual lo sitúa claramente en posición de hijo. Por otro lado, Juan es bastante parecido a Rodrigo, es huraño y parco en el trato. El joven llega al pueblo desde Burzaco (Buenos Aires) en busca de su padre biológico luego del fallecimiento de su madre e intenta encontrar respuestas y una orientación para su vida. Juan descubre en la joven vecina que se aloja en la cabaña junto a su padre y la pareja de éste, la ocasión de la iniciación sexual y el primer amor, fugaz, como la temporada veraniega. La joven Vicky (Malena Villa) encarna esa belleza idealizada desde la mirada ingenua del joven inexperto en cuestiones de mujeres. Ella se sabe observada por él y maneja con astucia su poder de seducción, arrastrándolo con su intrepidez hacia el camino arriesgado e inexplorado que conduce al misterioso continente femenino.

Para Juan, como para Rodrigo, se trata del pasaje de la adolescencia a la adultez. En el caso de Juan, mediado por la iniciación sexual, y en el de Rodrigo, por el descubrimiento de tener un hijo. La historia de Juan con la joven vecina evoca la historia de verano de Rodrigo con una chica de Burzaco cuando era apenas un adolescente, en una suerte de repetición para Juan de las determinaciones inconscientes provenientes de los padres, y para Rodrigo del recuerdo nostálgico por el amor que se perdió. En este punto, resulta interesante el uso que realiza Giulianelli del paisaje hacia el final de la película, para dar cuenta en el silencio de lo que los separa y los une a la vez.

El otro verano es una película íntima, que trata sobre pérdidas y nuevas oportunidades, y que tiene la virtud de no caer en subrayados ni explicaciones porque se construye principalmente mediante las imágenes y la fuerza de lo no dicho, en los climas y los gestos de sus protagonistas.

https://youtu.be/YNiTrXy1x18

El otro verano (Argentina, 2018). Guion y dirección: Julián Giulianelli. Fotografía: Gustavo Biazzi. Montaje: Santiago Esteves. Elenco: Guillermo Pfening, Juan Ciancio, Malena Villa, Mara Santucho. Duración: 70 minutos.

Cartelera Espacio INCAA Tucumán – Sala Hynes en La Nota

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