Día de la Memoria Trans: la historia detrás de la emblemática portada de “Las Malas”

La Presidenta de la Red Nacional ATTTA e integrante del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, Luisa Paz, reveló el origen de la emblemática foto de portada del libro de “Las Malas” de Camila Sosa Villada. En el Día Internacional de la Memoria Trans recordamos este relato de la activista trans compartido por el proyecto “Archivo de la Memoria Trans”.

¿Les suena esta foto? Relato de Luisa Paz

A fines de los 90 la policía de la matanza, sobre todo la de Madero, estaba muy pero muy ensañada con nosotras, yo diría demasiado. Era tan pero tan el grado de violencia y persecución que vivíamos en la villa, que parecía que no tenían reparo ellos mismos nos decían en la cara, cuando nos llevaban presas.

“Los vamos a exterminar” “Van a desaparecer del mapa” cada vez que llevaban a una de las que vivíamos en la villa. Nosotras no teníamos lugares a donde mudarnos, para no vivir ese infierno. No nos quedaba otra que resistir a esa persecución.

Pero a pesar de todo eso, unas pocas encontramos la manera de escapar por uno o dos días de ese infierno diario. En la villa había chicas que solo venían a trabajar, que lo vivían en la villa. Ellas venían a buscarse el mango a Madero, por unas horas, corriendo el riesgo de que fueran presas como las que vivíamos ahí.

De las que vivían en otras zonas, unas cuantas venían a mi casa a cambiarse, a dejar sus bolsos. Cuando digo cambiarse quiero decir que para trasladarse debían vestirse de una manera para pasar desapercibidas (las que podían) hasta llegar a la villa, en casa se montaban, se ponían más provocativas, sexis, para atraer los clientes.

Como les decía, a mi casa venían varias a cambiarse para trabajar y después volver a sus casas. Entre ellas estaba la Laiza y la Silvita. En poco tiempo nos hicimos muy amigas, porque casi siempre caíamos juntas con la Laiza. Y Silvita era una chica cero problemas, eso nos hizo compartir mucho tiempo juntas. Un día nos invitan a pasar un finde en sus casas. No recuerdo cuál era el acontecimiento. Ellas vivían en Rafael Castillo, alquilaban una pieza de casilla prefabricada y compartían cocina baño y demás. Recuerdo que vivían con ellas 2 chicas más, que no recuerdo quienes eran, capaz porque estas chicas no trabajaban en Madero, con lo cual no compartíamos nada, solo las conocí.

Silvita nos invita a pasar un fin de semana en su casa. Como les decía no recuerdo que era que fuimos. No sé si era su aniversario de convivencia o su cumple. Silvita vivía con su marido, Ricardo, era colectivero. No era que haría una fiesta ni nada que se le parezca, solo quería compartir con nosotras algo.

Laiza vivía sola, nos amontonamos con la Floripón en la piecita de la Laiza para dormir. Ya ni me acuerdo que hicimos de comer, si asado o que. Solo recuerdo que éramos 5 Silvita y su marido, Laiza, mi hija la floripon y yo.

A nosotras nos quedaba muy trasmano desde madero hasta castillo porque había que tomar 2 colectivos. Ese día sábado nos levantamos temprano con la Flori y nos fuimos a la General Paz a tomar el 21 o el 28 (con un miedo, porque los patrulleros iban y venían) eran las 9 de la mañana.

Nos bajamos en Liniers. Cruzamos a provincia y tomamos otro que nos dejaba a dos cuadras de la casa de las chicas. Después de casi 2 horas de viaje entre los dos colectivos por fin llegamos. Era hermoso, era campo, se respiraba olor a campo. Había pocas casas. La casa (el terreno) era grande, tenían árboles inmensos, tenían carros y caballos.

No recuerdo el nombre de la dueña, ella era muy buena con las chicas.
Recuerdo que comimos al medio día y después salimos a caminar tranquilas, sin muchos ruidos, solo los pájaros. En un momento se nos aparece la Laiza (es la más rubia de la foto) en un caballo. Se ve que ellas solían hacer eso, salir a andar a caballo. La Laiza nos invita a la Floripon y a mí si queríamos subir a cabalgar unas cuadras. Nosotras le dijimos que ¡nooooo!.

Silvita se prendió y subió. Yo había llevado mi cámara de fotos media vieja, de esas que eran finitas y largas. Justo en ese momento que Silvita va a subir, les digo: “Paren…paren. La Floripon les va a sacar una foto. Le di la cámara a la Flori y justo en el momento en que va a sacar la foto la Flori, la Laiza le pega fuerte con los tobillos internos en la panza del caballo. Y el caballo reacciona pegando un salto con las dos patas delanteras y la Silvita gritaba “puto…puto…espera, no me acomode” y salió de raje el caballo con ellas y nosotras con la Floripon nos matamos de risa. Y seguimos caminando en la misma dirección por esas calles de tierra con mucho verde.

Yo sé que sacamos varias fotos de ese fin de semana hermoso que pasamos, pero a mí me quedo solo esa foto. La del caballo.

Esa fue nuestra gran salida, un respiro de libertad por dos días a tanto hostigamiento, represión y castigo de los policías. Eso era nuestro cable a tierra. Nuestra recarga de energías. Poder caminar tranquilas, sin miedos, disfrutarnos, soltarnos un poco. Poder reírnos a carcajadas por boludeces como la del caballo sin sentirnos perseguidas.

La fotografía recuperada por el Archivo de la Memoria Trans terminó en la portada del libro de la escritora travesti Camila Sosa Villada, que recupera la historia de trans y travestis en el Parque Sarmiento en Córdoba.

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