Cinco años pasaron de aquel grito colectivo que el 3 de junio del 2015 salía a la calle a pedir justicia por Chiara Paez.
Desde entonces, Ni Una Menos se coló en las casas, en las escuelas, el Estado, cómo símbolo colectivo de lucha y un grito ensordecedor: “Vivas y libres nos queremos“.
En Tucumán, la campaña de “Libertad para Belén“, la joven encarcelada por un aborto espontáneo, fue la previa que caldeó la conformación del movimiento local.
En Ni Una Menos Tucumán se buscan acuerdos, se dejan de lado diferencias y se acompañan las luchas con la fuerza y la potencia feminista.
Desde el 2015 hasta mayo de 2020, al menos 50 mujeres cis y trans tucumanas fueron asesinadas por la violencia machista
